por Oscar Plazola
Sería interesante saber quiénes de las personas que escriben en los medios de comunicación locales que se publican por internet son realmente periodistas, es decir, que cuentan cuando menos con dos cualidades indispensables para un periodista: objetividad y veracidad. Eso sin contar que hayan estudiado la licenciatura correspondiente o, cuando menos, un curso de redacción periodística. Siento que cuando no se tienen las cualidades ni la formación, es muy fácil confundir el periodismo con el arte de inventar o deformar sucesos. Entonces la noticia se convierte en chisme, casi siempre mal redactado y con faltas de ortografía. Cuando el chisme es sobre la fluctuación en el precio de jitomate o sobre cómo es posible que la gente coma churros en la churrería de Margarita X, no pasa nada, acaso el autor del texto exhibe sus carencias a los lectores. El problema existe cuando rebasan sus límites y, sin fundamento, sin investigación, sin citas a las fuentes, con absurdas faltas de ortografía y paupérrima redacción, escriben como noticia un texto que menciona personas, negocios, entidades, etc., exponiéndose no sólo a una demanda legal por difamación, sino además, en el mejor de los casos, a la burla general de los lectores. Qué tal, cuando estos medios carecen de creatividad y se dedican a ser eco de otros medios y repiten lo mismo de forma casi textual, sin importar que lo que estén copiando sea una tontería supina.
Entiendo que es imposible controlar todo lo que se publica en internet, que vivimos en una sociedad donde se practica la libertad de expresión, pero ¿dónde queda la ética y la conciencia? ¿hasta dónde es valido deformar la información? ¿quién nos da el derecho de juzgar a alguien sin elementos de juicio? ¿cómo se puede criticar un libro sin haber leído siquiera el prólogo? ¿cómo ejercer la libertad con responsabilidad?
Es cuando menos indignante que existan este tipo de publicaciones, porque mal informan, difaman, patean al diccionario y, lo que es peor, fragmentan aún más a una sociedad ya bastante fragmentada.
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Oscar Plazola, músico, poeta y escritor echado a perder, el poeta mexicano Benjamín Valdivia lo bautizó como decidor de historias urbanas y a su obra como urbanciones. Es relativamente fácil encontrar en su trabajo la influencia de autores como Chava Flores, Jaime López o Joaquín Sabina, incluso de poetas como Ricardo Castillo, Efraín Huerta o Nicanor Parra. Sin embargo, es un autor con voz propia que no reniega de la tradición de los inconformes y antisolemnes. Somos la noticia, somos estadística, un grano en el culo del gobernador, la mancha en la historia que no se platica, un desposeído que Dios olvidó (Desheredado universal) La ciudad y sus letras van juntas con voz desenfadada y provocativa, basada en la propia experiencia y en la propia percepción de un Mundo parajódico. Nómada entre conglomerados urbanos que ama y detesta al mismo tiempo. La carga crítica de su obra está, sin embargo, aligerada por la acción de los ácidos de la ironía, el humor y la burla que, en ocasiones, ejerce contra sí mismo. Y ya en las puertas del cielo, San Pedro no se portó, aquí no puedes entrar, vete al infierno mamón, aquí no tienes lugar, eres un pinche peatón (El alma de un peatón) En síntesis, autor arriesgado y despreocupado que ha mezclado sus vivencias y su visión del mundo para crear un estilo simplemente diferente.
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