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Wednesday, November 6, 5pm, 7pm
El Sindicato, Recreo 4
$200 Tickets
In Spanish, subtitles in English
Español abajo
Alberto Mayagoitia was a highly recognizable face in Mexican television throughout the 80s and 90s, and the word the best described him was "heartthrob." On the pilot episode of the program Luz y Sombra , he was the love interest of Thalía, today known as the Queen of Latin Pop.
Then, in 2002, he drew from acting on television, went into business, and moved to the United States with his wife and two children.
But Mayagoitia did not give up acting. For the past two decades, he has toured regularly in Mi Cristo Roto (My Broken Christ), a one-man play of his own devising, based on two books by Ramón Cué Romano, a Jesuit priest and poet. Mayagoitia plays Father Ramón himself, and the story begins in an antique shop in Seville, where Ramón acquires a wooden Christ in dire need of restoration – it is missing the cross, half a leg, an arm and the face. Here begins a dialogue between Father Ramón and the broken Christ, who, to Ramón's surprise, prefers not to be restored. He wants us to see in his face the face of all the broken Christs who are alive and suffering. The play, although assuredly a stoppable, is nevertheless highly entertaining, and ultimately uplifting.
In Spanish, subtitles in English
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Alberto Mayagoitia fue un rostro muy conocido en la televisión mexicana en los años 80 y 90, y la palabra que mejor lo describía era "ídolo". En la telenovela Luz y Sombra, fue el coprotagónico de Thalía, la conocida Reina del Pop Latino.
Luego, en 2002, se retiró de la televisión, se dedicó a los negocios y se mudó a los Estados Unidos con su esposa y dos hijos.
Pero Mayagoitia no dejó la actuación. Durante las últimas dos décadas, ha realizado giras regulares con Mi Cristo Roto, una obra unipersonal adaptada por él mismo, basada en dos libros de Ramón Cué Romano, sacerdote jesuita y poeta. Mayagoitia interpreta al propio Padre Ramón, y la historia comienza en una tienda de antigüedades en Sevilla, donde Ramón adquiere un Cristo de madera que necesita urgentemente una restauración: le faltan la cruz, la mitad de una pierna, un brazo y la cara. Aquí comienza un diálogo entre el Padre Ramón y el Cristo, quien, para sorpresa de Ramón, prefiere no ser restaurado. Quiere que veamos en su rostro el rostro de todos los Cristos rotos que están vivos y sufriendo. La obra, aunque es sin duda una parábola, es muy entretenida y edificante.
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