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San Miguel de Allende desde $10 millones

por Oscar Plazola

O no entiendo lo que está pasando, o ya pasó lo que estaba entendiendo.
-Carlos Monsiváis

A pesar de que veinte años no es nada, según el tango, todo depende del cristal con que se mira y de quién toma las decisiones.

Ramón, tenía 20 años sin viajar a San Miguel, tiempo durante el cual ahorró parte de su sueldo para comprar una “casita”, como él decía, en el pueblo. Aunque su sueldo en la empresa automotriz no era muy bueno, había calculado que con lo ahorrado más la pensión, el fondo de retiro, INFONAVIT y un pequeño préstamo bancario, podría hacer realidad su sueño: retirarse en un pintoresco pueblo bohemio, artístico y cultural, con escritores, poetas y músicos en todas las tertulias de los pequeños cafés. No muy lejos del Jardín que es donde todos los artistas van a compartir los atardeceres, pensaba Ramón en tono poético, mientras el Primera Plus cruzaba la frontera estatal: Bienvenidos a Guanajuato, Cuna de la Independencia Nacional.

Le extrañó que no llegara el desagradable olor de las plantaciones de brócoli, así que abrió la cortina y lo que encontró fue un letrero que decía: El Deseo, tu casa desde 3,300,000 a 5 minutos del centro. Serían 330,000, pensó y cerró la cortina. Más adelante volvió a abrir la cortina y leyó: Zirandano Golf y Spa, casas desde 2,200,000 a 10 minutos del Jardín. ¡Ay güey!, exclamó en voz alta y ofreció una disculpa a los pasajeros. El resto del trayecto lo hizo con la cortina abierta. Rancho Spa, El Puerco Feliz, casas, departamentos y estudios desde 1,400,000, con alberca y casa club a sólo 15 minutos del centro.

El autobús iba más rápido de lo que su mente podía asimilar toda la mierda que sus ojos observaban: La gran avenida, el centro comercial, los negocios al estilo pueblo gringo, y otro letrero: Las Ventanas Fashion Club, golf, spa, canchas de tenis, caballerizas, albercas y casa club, casas desde 2,500,000. El autobús se detuvo súbitamente justo al terminar la bajada del Caracol, ¡No manches!, pensó, ¡hay tráfico en el pueblo! Ahí donde se detuvo el autobús, pudo ver un letrero mucho más pequeño que los anteriores: Casas Delaver, casas desde 220,000. 80m2, de 2 y 3 recamaras, a sólo 40 minutos del centro. Cerró la cortina y bajó la cabeza, así se fue hasta llegar a la estación.

Caminó por la calzada y luego por Umarán, pero al llegar a Hernández Macías ya no lo dejaron pasar porque estaban grabando un comercial. Decidió ir por Hospicio hasta llegar a Recreo y bajar por Correo al Jardín. ¡Una paella en el restaurante El Correo!, pensaba, hasta que la comitiva de una boda de gente de Monterrey que cruzaba por Aldama lo distrajo. Grande fue su desilusión al llegar a la esquina de Recreo y Correo y descubrir que en lugar del restaurante, había una panadería – boutique que vendía tres pastelillos con exceso de crema pastelera, por el mismo precio de una paella.

La frustración, casi tan grande como la de saber que con lo que había ahorrado toda su vida apenas le alcanzaba para comprar una casa Delaver, lo golpeó en el rostro cuando vio en la esquina de Hidalgo un Starbucks. Ahora sí esto ya se chingó, reflexionó con una mezcla de tristeza y coraje. También pensaba que habían quitado de los portales las enchiladas de 30 pesos de las doñas y habían dado permiso para venderlas a 180 a los restauranteros.

Caminaba con el ánimo abatido por la calle de Aldama entre hoteles - boutique, galerías chic y oficinas de real estate “Casa en el centro a una calle del Jardín. En la calle de Jesús, superficie 265 m2. 10, 903,000” Llegó a la esquina de Nemesio Diez y un guarura le impidió el paso con el pretexto de que había un evento en el hotel Rosewood del hijo de un político. Rodeó por el Cardo hasta la Ancha de San Antonio y giró para llegar a la puerta del Instituto Allende.

Encontró a Vicente, un viejo trabajador del lugar, lo saludo y le invitó a tomar un café en la cafetería del Instituto para que lo pusiera al tanto de todos los cambios del pueblo. Vicente le explicó que la cafetería ya era pasado y que no podía dejarlo entrar porque había una boda de unas personas de Guadalajara, al parecer muy influyentes porque hay muchos guaruras, aclaró. ¿Qué le ha pasado al pueblo?, le preguntó Ramón al viejo. Desde que lo nombraron pueblo mágico desaparecen y aparecen cosas, si se puede desaparecer un barrio y aparecer un campo de golf, ¿lo qué se podrá hacer con la magia de la cartera?, que es la que va de bandera. Sí, es un pueblo mágico, concluyó Vicente.

Ambos se recargaron en la pared de piedra y permanecieron en silencio observando los coches pasar.

Mayo 2017

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Oscar Plazola, músico, poeta y escritor echado a perder, el poeta mexicano Benjamín Valdivia lo bautizó como decidor de historias urbanas y a su obra como urbanciones. Es relativamente fácil encontrar en su trabajo la influencia de autores como Chava Flores, Jaime López o Joaquín Sabina, incluso de poetas como Ricardo Castillo, Efraín Huerta o Nicanor Parra. Sin embargo, es un autor con voz propia que no reniega de la tradición de los inconformes y antisolemnes. Somos la noticia, somos estadística, un grano en el culo del gobernador, la mancha en la historia que no se platica, un desposeído que Dios olvidó (Desheredado universal) La ciudad y sus letras van juntas con voz desenfadada y provocativa, basada en la propia experiencia y en la propia percepción de un Mundo parajódico. Nómada entre conglomerados urbanos que ama y detesta al mismo tiempo. La carga crítica de su obra está, sin embargo, aligerada por la acción de los ácidos de la ironía, el humor y la burla que, en ocasiones, ejerce contra sí mismo. Y ya en las puertas del cielo, San Pedro no se portó, aquí no puedes entrar, vete al infierno mamón, aquí no tienes lugar, eres un pinche peatón (El alma de un peatón) En síntesis, autor arriesgado y despreocupado que ha mezclado sus vivencias y su visión del mundo para crear un estilo simplemente diferente.

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