Lokkal- todo SMA

por Adelia Sayeg

740 LUNAS

Setecientas cuarenta lunas nuevas recorridas,
setecientas cuarenta siembras.
He transitado lunas crecientes y menguantes,
crecido y menguado con ellas.
He brillado a la par de las lunas llenas,
tomado café con Perséfone en el Hades.
Mi alma sabe.
Camino a pie de la mano de la luna,
en la senda hacia la memoria y mi ser original.
La vida es una danza de tierra y agua,
un sueño hecho de amor.
Mi alma sabe.

Mi libro, Camino a pie, es la recopilación de mi trabajo -pigmentos, texturas, materiales orgánicos. También engloba el mundo en el que me sumerjo cada día: sueños, rituales, imaginación, filosofía de vida. Es la suma de las 740 lunas que necesité recorrer para vislumbrar la grandeza que nos habita y que rige el mundo sagrado sobre el que caminamos.

Dondequiera que voy, cosas aparentemente insignificantes salen a mi encuentro. Son rastros y restos de la gran obra de la Naturaleza: trozos de madera, piedras, barro, arena y tierra. Allí están a mi alcance semillas, huesos, conchas. También recojo (des)hechos de la gran tarea del hombre: lana, metales, henequén, seda o fibra. Sé que estos fragmentos que atesoro tendrán un nuevo destino en cuanto entren a mi estudio. Me gusta sentirlos, olerlos y palparlos; soñar un nuevo significado para cada uno de ellos. En algún momento aparecerán mezclados y enredados en mi obra.

Mis dedos se impregnan de pintura y empiezo a jugar sobre la pieza. Simplemente me dejo llevar. Sin censura expreso eso que me inquieta, eso que me inspira, eso que llevo dentro. Pinto, moldeo, transformo, quemo. Y aquello que junté, lo podré entreverar con las capas de pintura y del barro. Son a su vez color y texturas que, de manera lúdica y expansiva, me permiten saltar los límites de mi imaginación. Utilizo esos materiales para representar el proceso de vida, muerte y regeneración, del mismo modo que uso el fuego para modificar su tonalidad o su forma. Es a partir de un impulso, de una fuerza de reconstrucción que se me impone, que surge una metáfora de lo que han sido y de dónde han venido. Quiero crear obras que respiren y se expandan. Imágenes místicas, con alma propia. Cada pieza tendrá su propio significado y su propia razón de ser.

Aprendí de nuestros antepasados indígenas: ellos consideraban a nuestro planeta un ser vivo y, a la vez, dador de vida. Al recuperar su legado, espero fortalecer nuestra identidad, retomar mis raíces culturales y espirituales, fomentar el respeto y el estrecho vínculo con la Tierra. Con mi obra invito a dignificarlo, preservarlo, valorarlo. Soy parte de aquellos que buscan rescatar esa herencia espiritual de nuestros ancestros.