por José Luis Mendoza
Pues bien, ya saben, los que me conocen, de mi profunda preocupación por mi madre Tierra, mi madre Agua, mi padre Aire, mi madre Naturaleza… Todos los que en algún momento han asistido ó a mis pláticas ó a mis exposiciones saben que puedo ser un poco intenso cuando se trata de defender a nuestro bello mundo que poco a poco estamos ensuciando, que poco a poco, de ser un paradisíaco edén, lo estamos convirtiendo en un muladar, en un patio trasero de una cantina de tercera en una ciudad sobre poblada y horrible…. Y todo por querer ganar unos pesitos, y todo porque nos importa más tener contento a Don Dinero que tener un mundo limpio, pues bien, en nuestro vecino Dolores se está librando una encarnizada guerra entre 20 comunidades inocentes y desprotegidas y la criminal empresa minera canadiense Argonaut Gold, Inc que pretende explotar su Proyecto Cerro del Gallo en la comunidad rural San Antón de las Minas, Municipio de Dolores Hidalgo, impactando negativamente y para siempre a muchísimas familias de campesinos, a los cuales quieren sobornar o poniendo un tanque de agua o construyendo una mísera escuelita desvencijada.
Pero... ¿Por qué me molesta tanto el que pongan una minita?…. Pues bien echémosle un ojito a este escabroso tema de las minas y peor a cielo abierto.
Las minas a cielo abierto y las empresas mineras extranjeras han sido una preocupación constante en muchos países, incluido México. Estas operaciones, impulsadas por la codicia y la falta de consideración por el medio ambiente y las comunidades locales, han dejado una estela de devastación a lo largo de los años.
Una de las principales preocupaciones con las minas a cielo abierto es su impacto en el paisaje. Estas enormes excavaciones dejan cicatrices en la tierra que son visibles desde kilómetros de distancia. Paisajes antes idílicos y prístinos se convierten en desiertos de polvo y escombros. La flora y la fauna autóctonas son expulsadas o destruidas, y el ecosistema local sufre un daño irreversible.
Pero el impacto va más allá de lo visual. La minería a cielo abierto también contamina las aguas subterráneas y superficiales con químicos tóxicos utilizados en el proceso de extracción. Lo que escurre y se trasmina de estos químicos llega a los ríos y arroyos cercanos, afectando la calidad del agua y poniendo en riesgo la salud de las comunidades que dependen de estas fuentes hídricas para su sustento.
Además de los impactos ambientales, estas empresas mineras extranjeras a menudo muestran una falta de compromiso y responsabilidad hacia las comunidades locales. En su búsqueda de ganancias, muchas veces desalojan a las poblaciones cercanas sin tener en cuenta el daño emocional y social que esto ocasiona. El tejido social se desgarra y las comunidades se ven obligadas a desplazarse, perdiendo sus lazos culturales e históricos con la tierra que han ocupado durante generaciones.
Por si fuera poco, las empresas mineras extranjeras se llevan la mayor parte de las ganancias generadas por la explotación de los recursos naturales de México. El país, que debería beneficiarse de estos recursos, se queda con un porcentaje mínimo en comparación con las groseramente enormes ganancias que se envían al extranjero. Es una explotación injusta y desequilibrada que empobrece a la nación mientras enriquece a las corporaciones internacionales.
Es hora de levantar la voz y decir "no" a las minas a cielo abierto y a las mineras extranjeras despiadadas y criminales. Es tiempo de proteger nuestro entorno natural y el bienestar de nuestras comunidades. Necesitamos enfocarnos en prácticas mineras sostenibles y responsables que no pongan en riesgo la salud del planeta ni de sus habitantes. Es urgente que las decisiones en torno a la explotación de nuestros recursos sean tomadas con transparencia, participación ciudadana y en beneficio de México en su conjunto.
Promovamos alternativas que le den más importancia a la conservación de nuestro patrimonio natural y la dignidad de nuestras comunidades. Es hora de proteger lo que es nuestro, luchar por un futuro sostenible y justo, y decir "NO" a las mineras y a las prácticas mineras que amenazan nuestra tierra y nuestra gente. Juntos podemos crear un futuro en el que prevalezca el respeto por la naturaleza y la justicia social, y donde el irrisorio porcentaje se transforme en un porcentaje significativo que beneficie verdaderamente a México y a su pueblo.
Una opinión: Casimiro López Ríos, habitante de la comunidad, se dijo preocupado por las posibles labores de la mina: