por Martín Buen Viaje
Hubiera sido genial que en la escuela me hubieran dado la asignatura de "Gestión del Tiempo". Así habría podido alcanzar más rápido el nivel de "Vagabundo First Class", como decía Facundo Cabral.
Pero ya que el "hubiera" es más esquivo que perseguir la UTOPÍA, pasé 25 años en el tren de "trabajar 15 horas al día", el tren del "deber ser" y el tren de la "maquinita de hacer dinero fácil y rápido". Si no te subías a ese tren, te miraban como al pariente lejano hippie que nadie quiere visitar.
Hace poco, un cliente que me contrató me dijo: "Martín, los que no tienen un auto están jodidos". Yo me quedé pensando en silencio, porque ya no tengo auto; lo cambié por una bicicleta y una moto. Pero preferí no responder a eso, ya que estoy disfrutando del "camino del tiempo" como nunca, y del sutil arte de que todo lo que no venga del corazón, la humildad o la verdad me importa un carajo. Esto es difícil de explicar para aquellos que no tienen tiempo de escuchar o que creen tener siempre razón.
Tuve mi propia empresa desde los 17 años, con auto, casa e incluso lancha. A los 23 viajaba por negocios a Nueva York y varios países, todo para intentar demostrar que era importante. Aún creo que sigo intentando decir "ey antes era alguien importante". El tema es que durante ese tiempo dejé pasar mis mejores sueños y pasiones por una alcantarilla.
Aunque ahora tenga menos transatlánticos que arrastrar (pagar nóminas, impuestos o discutir con los socios), tengo la libertad de tener más tiempo para hacer lo que más me gusta: ir a casa shala a estar en familia, a filosofar, a ver atardeceres, a desayunar orgánico sano, a apoyar a jóvenes que estén empezando y, sobre todo, seguir con las expediciones para entender el lenguaje de las estrellas y los animales, nuestros hermanos mayores.
Cómo me gustaría que aquellos que salen en TikTok diciendo que te puedes hacer millonario solo escuchando una vibración de Tesla se fueran a la chingada … tengo que trabajar la ira perdón.
Hoy en día, al ver la realidad con nuevos lentes, noto que la esclavitud ha adquirido una versión moderna: la de las redes sociales y la de la inteligencia artificial (IA). Sí, admito que todavía soy un "esclavo tecnológico todavía", pero al menos me permite soltar lo que me pesa o expresar lo que me gusta en estos nuevos medios sin censura.
Creo en esa ciencia de la gravedad que te permite flotar como un globo aerostático a la deriva, inflado de felicidad, sin preocupación por el camino que eliges, sin timón, sin control, solo dependiendo como sople el viento. Porque si hay algo que aprendí a madrazos es que siempre el universo se sale con la suya, así que me quedo con la felicidad de a ratos. Siento, queridos sabelotodos que piensen lo contrario, que solo podrán navegar mejor soltando la razón, y si logras entender las leyes de la cuántica podrán ser un eternauta sideral de la conciencia y convertirte en avatar.
Esa tecnología de punta que presumen de los drones, aviones, cohetes, según mi humilde compresión de argentino, ahora ciudadano interestelar, era mucho más avanzada la ancestral de los pueblos originarios ( nuestros ancestros ) que la de ahora, las pruebas se las piden a los Mayas o lo egipcios por telepatía o en la nave del tiempo.
La IA está resonando como una estrella de pop distópica. Las canciones surgen del sufrimiento, es decir, se basan en la compleja e interna lucha humana de la creación y, bueno, que yo sepa, los algoritmos no sienten. "Los datos no sufren", acaba de decir Nick Cave.
Por otro lado, parece que todos se convirtieron en chamanes o psicólogos, dando consejos más rápido que un vendedor ambulante en una feria. Yo también caí en esa trampa, pero ahora comparto desde el corazón, no desde la razón, lo que creo que me nutre, lo que me sigue haciendo mal, para quien guste escuchar y para el que lo Namaste o me puede dejar de seguir.
Al fin y al cabo, lo único seguro es la muerte; el resto es relativo, decía Einstein.
En estos días, solo tengo una creencia: que el propósito no existe, solo se trata de vivir.
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Martín Buen Viaje es en explorador de pueblos originarios, que explora la mitología prehispánica y su conexión con los animales de poder a través de sus mitos, realizando expediciones con naturalistas, biologos, científcos, geologos, naturistas, artistas y chamanes entre otros.
Con el objetivo de recuperar el vínculo sagrado y la hermandad con los animales, para coexistir mejor con ellos y recuperar la armonía en casa, cuerpo, mente y espíritu.
Miembro del consejo directivo Huerto Roma Verde CDMX, representante en San Miguel de Allende de Extinction Rebellion, embajador del Quetzal de la Reserva del Bosque Triunfo en Chiapas, miembro de Hatch, periodista en Lokkal, fotógrafo, documentalista, generador de contenidos, ex publicista.
www.martinbuenviaje.com
IG:@martinbuenviaje
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