por Luisa Ruiz

Hace tres lunes, cuando salía del restaurante Chikatana, después de haber disfrutado de un delicioso almuerzo con una amiga, alguien nos dijo que pronto estaría cerrada al tráfico la calle de Calzada de la Aurora. El día era feriado por la celebración de la Revolución Mexicana y una carrera estaba a punto de comenzar. Ninguna de nosotras sabía de este evento.

Caminé hacia el Jardín por la ruta que tomaría la carrera. Cuando llegué a Mesones, me paré afuera de un estacionamiento y entablé una conversación con un policía y otro hombre, preguntándoles dónde había comenzado la carrera. Me dijeron que había tres puntos de partida: el Santuario de Atotonilco, fraccionamiento La Vista y la rotonda frente a Las Ventanas.

Cada cierto tiempo, el policía recibía actualizaciones sobre el progreso de la carrera y dónde iban los corredores. De pronto aparecieron los primeros corredores, dos jóvenes, uno pisándole los talones al otro. En ese momento no estaba en la línea final, así que no puedo decir quién ganó. Le pregunté al policía si sabía cuántas personas estaban participando pero no lo sabía.

Poco a poco fueron apareciendo más y más corredores. Algunos resultaron ser niños, unos solos y otros con mamá o papá. También vi a dos personas ciegas unidas por una cuerda corriendo con una persona vidente guiándolos.

Durante más de media hora los animé, gritando "Bravo" a los corredores que pasaban. Como era la última etapa de la carrera, muchos de los corredores estaban cansados. Sé que nuestros aplausos les ayudaban a seguir adelante.

Mientras miraba a todos los corredores, mi mente se transportó a los días en que yo también fui corredora. Corrí durante muchos años pero recientemente no lo he hecho porque he ganado peso.
Cuando tenía nueve años, me entrené en un centro deportivo y corrí carreras de 400 y 800 metros. Durante la Preparatoria, corría 3 y 5 km. En la Universidad, me dediqué tanto a estudiar que no hacía mucho ejercicio.

En 2003, cuando tenía 26 años, empecé a trabajar, enseñando química en el Tec de Monterrey Campus Santa Fe. En ese momento, reanudé mi vida como corredora cuando se organizó la primera carrera de 10 km en el campus. De 2003 a 2016 empecé a participar en carreras de 5, 10 y 15 km en la Ciudad de México, donde nací y viví durante 40 años. Había carreras casi todos los fines de semana. Unos años después, decidí correr mi primer medio maratón. Luego, en 2010, corrí mi primer maratón en Stratford-upon-Avon, Inglaterra, lugar famoso por ser el pueblo natal de Shakespeare.

El autor en Stratford-Upon-Avon, Inglaterra
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Cuando miro todo este recorrido me siento muy satisfecha, ya que logré mucho como corredora. Se necesita mucha disciplina y perseverancia para entrenar y correr un maratón. Prepararse para ese evento toma al menos tres meses de entrenamiento.

La última carrera en la que participé fue el Maratón de la Ciudad de México en agosto de 2016. Con ese maratón celebré mi cumpleaños 40. Después de eso, dejé de correr. Al ya no correr ni hacer tanto ejercicio, descuidé mi alimentación y seguí comiendo la misma cantidad o tal vez más. Al ya no quemar tantas calorías, empecé a subir de peso gradualmente.

Ver la carrera hace tres lunes me hizo querer correr de nuevo. Ese día, caminando hacia mi auto amarillo, pensé que tengo un año para perder peso y entrenar porque el próximo año correré en la carrera de la Revolución Mexicana en San Miguel. Te enviaré fotos.

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Luisa Ruiz es una maestra de química, psicoterapeuta transpersonal, tanatóloga, facilitadora de talleres de duelo, doula de muerte. Fundadora del Death Café en México. Trabajó para la Asociación Civil Uno en Voluntad dando talleres de duelo. También trabajó para la Fundación Elisabeth Kübler-Ross como facilitadora de cursos y talleres y como doula de muerte. Le gusta mucho leer, escribir, caminar y viajar.

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