por José Luis Mendoza
Por fin llovió en San Miguel, recordándonos y mostrándonos lo importante que es nuestra madre Agua, aquí les dejo unas coplas reflexivas para recordarnos el amor que nos tiene nuestra amada y necesaria Agua, y lo mal que la tratamos. Espero también los haga reflexionar como a mí.
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Agua, sangre de mi tierra,
amor líquido y prístino,
que define mi camino
cuando baja de la sierra.
En su fuerza toda encierra
místico soplo de vida,
cuando la greda está herida,
agotada y en sequía,
ya de noche, ya de día,
quiere tu amor, está urgida.
Bajas tibia y saltarina
entre los surcos y el cerro,
brinca de gusto el becerro,
la palmita, la gallina,
el cochino y la cochina.
Trina feliz el cenzontle,
chapaleando en el tezontle,
el campesino amoroso,
lleno de húmedo gozo,
te bendice en el horizonte.
Cielos encapotados,
con sus lágrimas y aliento,
abrazan el gris cemento
y edificios ya rasgados.
Bañan casas y mercados,
dejando maja a la ciudad,
limpia y guapa de verdad,
manto y reboso fluido,
dejan el corazón florido
con su húmeda bondad.
No así el hombre ladino,
que te esclaviza y te vende,
y es que el tonto no comprende
que ennegrece su destino.
Ensuciando tu divino
corazón limpio y puro,
con arsénico y fluoruro,
con jabón y con plástico,
dando así un vuelco drástico
a su ya negro futuro.
Y desde la nube larga,
lluvia limpia y renovada,
baja toda emocionada
a entregar su limpia carga,
mas le queda el alma amarga
al ver los campos vacíos,
todos yermos y baldíos,
por nuevos fertilizantes,
químicos, contaminantes,
terrones secos y sombríos.
¿Quién será el hombre bueno
que pronto te venga a salvar?
Limpiando todo lugar,
lo propio y lo ajeno.
Quitando todo veneno,
cuidando tu frágil ser,
a punto de desfallecer.
¿Quién amoroso te abrace?
¿Quién estas formas rechace
y te ayude a renacer?