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por Luisa Ruiz

El contraste entre dos eventos de la Semana Santa celebrados la semana pasada es sorprendente. El primero, el Santo Entierro, es una procesión silenciosa y solemne impregnada de tristeza y duelo por la muerte de Jesús. El segundo, la Quema de Judas, es ruidoso con cada figura de papel maché flameando y finalmente explotando.

Para la procesión del Santo Entierro, llegué al Jardín a las 5:30pm. Ya en ese momento había mucha gente en la orilla del Jardín. Había unas pocas personas al otro lado de la calle, así que me senté en la banqueta. Por lo que había oído, la procesión del Santo Entierro comenzaría a las 6pm, dando inicio en el Oratorio, así que todavía teníamos que esperar, primero para que comenzara y luego para que llegara a nuestra ubicación.

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Saqué mi cuaderno de mi mochila y comencé mi ritual diario de escribir tres páginas. Terminé en unos 25 minutos y luego me dediqué a ver a la gente. Cada vez más gente me rodeaba.

Revisando Facebook, vi un video que mostraba que la procesión ya había comenzado. A las 6:30 la procesión ya se veía a lo lejos. A las 6:45 llegó. Al principio vino un grupo de hombres, algunos con faroles, y luego ocho hombres vestidos con trajes negros, camisas blancas, corbatas negras, guantes blancos y bandas de color púrpura, llevando sobre sus hombros la primera imagen que es el Cristo crucificado.

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Después de esto, apareció otro grupo de hombres vestidos como romanos. El romano que encabezaba la procesión estaba vestido de blanco con una capa púrpura. Los otros romanos vestían de rojo, con una capa roja. Todos llevaban un peto, un casco, pulseras, una lanza y un escudo. En el lado derecho, había un romano tocando el tambor y en el lado izquierdo otro tocando la flauta. Los demás sonidos eran las pisadas de todos los que venían en la procesión.

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Todos los que estábamos viendo la procesión estábamos en silencio, lo que me impresionó porque en la mayoría de los casos la gente está hablando. Para mí ese silencio representa dolor y tristeza porque es el día en que Jesús murió crucificado.

Hace unas semanas escribí el artículo sobre el Señor de la Columna en el que menciono que esa peregrinación se ha hecho durante 201 años. Y esta procesión durante 311 años (desde 1713), así que es 110 años mayor y eso significa al menos cuatro generaciones más.

Después de los romanos, vinieron muchas niñas con vestidos blancos. El primer grupo de niñas llevaba una imagen que tenía una mano y un pollo en un pedestal. El segundo grupo llevaba una cruz. Un tercer grupo llevaba un ángel vestido de blanco.

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Más tarde, vi damas vestidas de negro. Había tres grupos diferentes y cada grupo llevaba un ángel; luego, hombres con farolas. Para entonces ya estaba oscuro, así que podías ver la llama de las velas en las farolas. Y luego aparecieron dos niñas tirando tallos de manzanilla para cubrir la calle y muchos hombres vestidos de negro llevando la imagen del Cristo fallecido en una caja de vidrio. Detrás de esto, tres sacerdotes. Y luego una mujer con un vestido azul claro y alas, simulando un ángel y un coro cantando seguido por una banda. Hacia el final de la procesión, algunas imágenes más de vírgenes y ángeles, otro grupo de romanos y finalmente hombres de negro.

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Cuando el último de la procesión pasó, había un ejército de personas vestidas de naranja, que son los barrenderos. Tan pronto como el evento terminó, las calles de San Miguel quedaron limpias.

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Cuando la procesión terminó, la gente se dispersó y muchos se fueron a casa. Yo me quedé un rato más sentada en el Jardín, disfrutando de un ruidoso viernes por la noche debido a la gran cantidad de turistas que vinieron a San Miguel de vacaciones.

El domingo siguiente, día de Pascua, llegué al Jardín a las 11h. Varias figuras ya estaban apoyadas contra la pared. Más tarde llegó una camioneta con las figuras restantes.

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Aunque el evento no fue hasta las 12, la gente llegó con mucha antelación. No había más asientos vacíos en las bancas, así que me senté en la barda del Jardín. Me senté allí hasta que nos echaron, ya que alrededor de las 11:30 de la mañana comenzaron a acordonar la zona y todos tuvimos que colocarnos detrás del cordón.

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Antes de las 11:30am las personas a cargo del evento comenzaron a colgar las figuras. Colgaron cuatro figuras en cada una de las cuatro cuerdas, así que había 16 figuras en total colgando al mismo tiempo. Las figuras eran diablos, mujeres, hombres y dos flamingos. En total había 25 figuras; las otras nueve las sacaron y colocaron después de que las primeras 16 fueran quemadas.

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Las figuras están hechas por la familia Espinosa, quienes llevan más de 40 años haciendo estas personificaciones. Las empresas que quieren participar, contactan a la familia, les dicen qué figura quieren, pagan por esta y la familia la hace. Los encargados de la quema son todos parientes. Todos llevaban camisetas coloridas que decían "Judas 2024". Al final algunas personas se acercaron queriendo comprar camisetas. Como solo hacen camisetas para ellos, finalmente se las quitaron y las vendieron por $500. También vendieron varias caras de personajes sin explotar por $100 y $200.

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A las 11:45am todas las figuras estaban colgadas y listas, a la espera de que las campanas de la iglesia de las 12pm comenzaran a sonar. En ese momento dos personas se acercaron a cada figura y con un cigarro encendieron la figura llena de pólvora. Tan pronto como la encendieron, algunos chicos que estaban en el balcón, tiraron de la cuerda para que la figura se levantara y quedara suspendida. Alrededor de la figura hay un anillo, que arroja chispas y la figura gira. Se detiene por un momento y comienza a girar de nuevo. Y luego una vez más. Después del tercer ciclo, la figura explota en el aire y todas las piezas de la figura (piernas, brazos, torso, cabeza) caen al suelo. Solo hubo una figura que antes de estallar se incendió y cayó al suelo, que fue el primer flamingo que quemaron. Tan pronto como eso sucedió, dos bomberos se acercaron para apagar el fuego. No fue gran cosa.

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El evento terminó a las 12:45pm. Tan pronto como terminó, nuevamente los barrenderos dejaron la calle completamente limpia. Este evento marcó el fin de la Semana Santa; después de esto, los turistas que habían llegado a San Miguel para pasar unos días comenzaron su regreso a casa.

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Luisa Ruiz es maestra de química, psicoterapeuta transpersonal, terapeuta especializada en duelo, facilitadora de cursos y talleres y doula de muerte. Es fundadora del Death Café en México, ha trabajado para la Asociación Civil Uno en voluntad ofreciendo talleres de duelo. También ha trabajado para la Fundación Elisabeth Kübler-Ross como facilitadora de cursos y doula de muerte. Le gusta mucho leer, escribir, excursionar y viajar.

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