por Luisa Ruiz

Mientras escribo estas líneas, la mayoría de la gente está tranquilamente dormida y soñando. Son las 3:28am, y no estoy despierta porque sufro de insomnio o porque tengo que ir a trabajar a esta hora. Me levanté de la cama porque, después de luchar durante dos horas, fui derrotada... por un mosquito.

Oír su zumbido cerca de mi oído me desesperó. Por lo general, soy una persona tranquila, pero los sonidos como el zumbido de un mosquito o el llanto de un bebé me sacan de quicio.

Normalmente, en tales ocasiones, frente a uno o más mosquitos, estoy con la luz encendida y lista para una pelea. Una camiseta en la mano es mi arma de elección para derrotar al enemigo. Recuerdo peleas largas y valientes, con múltiples enemigos, y mi premio de la victoria era un sueño reparador.

Esta noche no pude aplicar esta técnica porque comparto habitación con una amiga y no quiero despertarla. Así que elegí levantarme y entrar en otra habitación. Tal vez la escritura de este episodio será terapéutica, lo que me permitirá desahogarme un poco de la frustración de no haber dormido tanto como me hubiera gustado.

Antes, acostada en la oscuridad, tratando de atrapar al mosquito y matarlo mientras lo oía acercarse a mi oído, pensé en personas que tienen dificultad para dormir. Es un problema más común de lo que puedo imaginar. Muchas personas tienen dificultades para dormir y toman píldoras u otras alternativas como gomitas de marihuana o galletas para conciliar el sueño. Los patrones varían. Algunas personas tienen dificultad para conciliar el sueño. Otras tienen dificultad para permanecer dormidas.

Por suerte, no sufro de las consecuencias negativas de la falta de sueño: baja energía, somnolencia, irritabilidad, falta de concentración... Puedo contar el número de veces que me he ido a la cama y no me he dormido inmediatamente. Soy afortunada: pongo mi cabeza en la almohada y me voy al mundo de los sueños. En esas contadas ocasiones, como en otros momentos difíciles me gusta escribir. Escribiré un poema a mi pequeño conquistador:

Puedes estar orgulloso,
tus mordidas han dejado su marca.
No tienes nada más que demostrar aquí.
Ahora déjame en paz.

Ahora son las 4:10am y me despediré. Todavía tengo la oportunidad de dormir hasta las 6am. Luego tengo que levantarme y estar fresca para una reunión virtual. Deséame suerte.

Un seguimiento por la mañana:
No sé si el mosquito se fue volando, si le gustó mi homenaje poético o si ya estaba demasiado lleno de sangre, pero dejó de molestarme y pude dormir durante casi dos horas.

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Luisa Ruiz es maestra de química, psicoterapeuta transpersonal, terapeuta especializada en duelo, facilitadora de cursos y talleres y doula de muerte. Es fundadora del Death Café en México, ha trabajado para la Asociación Civil Uno en voluntad ofreciendo talleres de duelo. También ha trabajado para la Fundación Elisabeth Kübler-Ross como facilitadora de cursos y doula de muerte. Le gusta mucho leer, escribir, excursionar y viajar.

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