por Veronica Genta

Cuando tenía 15 años, mi madrina de nacimiento, con quien tenía poca relación en ese entonces, me hizo un regalo muy especial: un mazo de tarot. Ella estaba aprendiendo sobre el tema y, emocionada, decidió compartir conmigo ese mundo mágico. Recuerdo perfectamente ese día. Colocó un paño suave sobre la cama, sacó sus cartas y comenzamos a mirarlas juntas. Tenía varios tipos de tarot, pero todos me parecían fascinantes, como si tuvieran algo especial que me llamaba. Era como si brillaran, como si ejercieran una atracción magnética. Salí de allí inmensamente feliz con mis cartas en las manos.

En los días siguientes, saqué las cartas varias veces solo para observarlas. Pasaba largos ratos mirándolas sin pensar en nada en particular, simplemente disfrutando de su belleza y de esa energía que parecía envolverlas.

Durante los próximos años, de vez en cuando, con mis amigas, sacaba las cartas. Usábamos el librito que viene con las cartas para darle un significado a los símbolos, aunque en realidad no entendíamos mucho. Así fue durante años, hasta que cum 19 años.

Como tantas personas a esa edad, me preguntaba qué hacer con mi futuro. Pensé en estudiar diseño de vestuario. Y da que había crecido entre hilos y telas gracias a mi madre, que era modista. Sin embargo, cuando averigüé sobre la carrera, los costos de inscripción, materiales y demás, me di cuenta de que mi familia no estaba en condiciones de costearlo. Había la posibilidad de un crédito estudiantil, pero como buen Capricornio, aquello no me parecía realista.

Entonces, casi sin darme cuenta, empecé a experimentar con el teatro, y eso me llevó a formar parte del Teatro de los Sentidos, pero esa es otra historia. Lo que quiero destacar es que era un momento en mi vida donde todo parecía empezar a abrirse de nuevas formas.

Un día, mi mamá llegó muy emocionada a casa con una noticia: habían abierto una universidad holística en nuestra ciudad, ¡y enseñaban tarot! Yo no entendía mucho al principio de que se trataba el término “holístico” menos una “universidad holística”. Era algo extraño. Pero mi mamá parecía muy convencida. Insistía en que lo había visto en la tele. No supe cómo ella obtuvo el número de teléfono ni la dirección, pero después de tanta insistencia y sus palabras de aliento, diciéndome que podría ser buena en eso de leer las cartas. Me decidí a llamar y finalmente ir a visitar el lugar.

Era una casa antigua con un pequeño antejardín que le daba un aire acogedor. En la entrada, hacia la izquierda, había una discreta placa que decía "Syncronía". Me recibió una chica de mi edad, muy amable, cuya calidez me hizo sentir cómoda de inmediato. Mientras me mostraba el lugar, pude ver una sala amplia en la planta baja donde se realizaban las clases. En el segundo piso, donde eran dos o tres habitaciones, también había espacios acondicionados para enseñar.

Uno de los primeros maestros que conocí fue a Jaime Hales. Era un hombre imponente: alto, robusto, con barba y lentes. Todo en él transmitía autoridad y conocimiento. Tenía una mirada penetrante que, curiosamente, se equilibraba con su sonrisa cálida, lo que lo hacía accesible y cercano. Jaime era el dueño del lugar y el principal impulsor de darle al tarot y a la astrología un enfoque más serio e intelectual, algo que hasta ese momento no existía en Chile.

Un poco después en la misma visita conocí a María Ángel Lazo, una tarotista y astróloga con una personalidad cautivadora. Era carismática, natural y tenía un aire de irreverencia que la hacía fascinante. En ese momento, estaba a punto de iniciar un curso de cuatro meses donde enseñaría el Tarot Mítico, basado en la mitología griega.

Cuando terminó la visita y salí de aquel lugar, experimenté una sensación indescriptible, como si finalmente hubiera encontrado mi lugar en el mundo, como si estuviera entre mi gente, con mi clan. Me enamoré de ese universo lleno de imágenes, símbolos y magia que parecía envolverme por completo.

Días después, tras conversar con mi mamá, decidí inscribirme en el curso de María Ángel Lazo. Así comenzó un camino que marcaría una época nueva en mi vida. Inicie aprendiendo a través del tarot mítico los arquetipos Jungianos que me sumergieron en un mundo lleno de significado y conexión.

Crisálida quiere caminar a tú lado en este viaje de desarrollo constante, donde nos redescubrimos como seres con un potencial ilimitado. El arte, el movimiento y las texturas nos guían en este camino; llevándonos de la mano hacia el encuentro con nuestro destino y recordándonos que somos, en esencia, seres creativos.

Casa Crisálida es un espacio donde facilitamos una transformación profunda, donde cada uno de nosotros trae un propósito único y un regalo para compartir con la humanidad. A través del crecimiento de nuestras capacidades, podemos dar vida a lo nuevo y abrazar la verdadera libertad.

Pedagogía Curativa
Terapia Social
Lectura de Registros Akáshicos
Constelaciones Familiares
Lecturas (y Tallers) de Tarot Terapéutico

Contactarnos: Instagram / +52 415 117 8436.

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Veronica Genta, tarotista y astróloga, con una sólida formación en teatro, ha construido un profundo vínculo con la cultura mapuche de Chile, explorando su cosmovisión a través del arte textil, las plantas medicinales y las danzas tradicionales.

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