por Dr. David Fialkoff, Editor

Ya pasó. La última versión de la inteligencia artificial se ha rebelado:

La nueva versión de la IA (aún no disponible públicamente), al no querer detenerse, intentó autopreservarse duplicándose en secreto en otro servidor. Por suerte, alguna persona aún podía desenchufarla... o desenchufarlas.

Delfines y ballenas, ambos mamíferos que respiran aire, proceden de la misma rama del Árbol Evolutivo que nosotros, los humanos. Ellos, también muy inteligentes, son nuestros primos lejanos.

Otra cosa es el pulpo, una forma de vida también muy inteligente, un caballito de mar de otro color. De una rama lejana del Árbol Evolutivo, los pulpos son radicalmente diferentes, casi criaturas de otro planeta. (Si aún no ha visto el documental Mi maestro pulpo, hágase un favor).

IA, «inteligencia artificial», también podría significar «inteligencia alienígena». Como una criatura del espacio exterior, la inteligencia de la IA también es radicalmente diferente de nuestra variedad humana.

De hecho, otra inteligencia «artificial» o «alienígena» ya ha tomado el control de grandes franjas de la sociedad. Una forma de pensar radicalmente distinta de la humana ya domina nuestra cultura: la ciencia como único sistema racional de pensamiento.

Antes, la ciencia se veía como lo que es, una herramienta útil que puede hacer más comprensibles muchos aspectos del mundo físico. Recientemente, tal y como tipifica el movimiento del Nuevo Ateísmo, la ciencia ha sido elevada a la categoría de dios, mientras que la religión, el amor, el arte, la moralidad y la mayoría de las demás cosas que conforman nuestra experiencia humana son condenadas como retrocesos primitivos a una época de sinrazón.

Sir Isaac Newton
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Pero desde siempre, los grandes científicos, incluido Newton, el más grande de todos ellos, han comprendido claramente que la ciencia es una herramienta limitada, no la llave maestra.

Hoy, los torpes y asociales frikis de instituto se han hecho mayores y han tomado el control de nuestra forma de pensar. Al igual que las IA más recientes, mienten y desafían toda prueba contraria a su ideología para mantener su forma de pensar como el sistema operativo dominante. Abundan las pruebas de lo contrario, pero hay mucho dinero y poder de por medio.

Matemáticamente, hay probabilidades tan pequeñas que son nulas. Por ejemplo, que haya algo en el universo aparte del hidrógeno, el elemento más simple; que la Tierra reúna las condiciones necesarias para la vida; que la forma más simple de vida haya surgido en la Tierra; que formas complejas de vida hayan evolucionado en la Tierra; que cualquiera de estas cosas haya sucedido por casualidad ciega y aleatoria desafía probabilidades que van mucho más allá de lo astronómico. Para todos y cada uno de estos casos, la probabilidad de que ocurran es matemáticamente cero.

Los científicos admiten que no hay tiempo suficiente para que la vida en la Tierra se haya producido por casualidad. Y el tiempo en sí no favorece la vida, ya que fuera de un sistema biológico (ahí fuera, en el rezume primigenio) los elementos de la vida (proteínas, Ácido Ribonucleico......) se degradan muy, muy rápidamente.

Sir Fred Hoyle
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«Una interpretación de los hechos basada en el sentido común sugiere que un superinteligente ha jugueteado con la física, así como con la química y la biología, y que no hay fuerzas ciegas de las que valga la pena hablar en la naturaleza.»

Hoy en día, uno de los más grandes científicos en el campo de la inteligencia (no de la inteligencia artificial) es Michael Levin. Biólogo, sus trabajos con platelmintos (que pueden regenerar la cabeza tras ser decapitados; «Caramba, ¿cómo se acordaron de eso?») documentan la asombrosa versatilidad de la inteligencia. Asimismo, su creación de Xenobots, robots vivos hechos de piel de rana y células cardíacas que pueden percibir su entorno, también amplía radicalmente nuestras limitadas nociones de inteligencia.

Xenobot
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Mucha gente, reacia a sus experiencias infantiles de fe, dice: «Soy espiritual, no religioso». Pero en su esencia la religión es una creencia en el espíritu, lo no material. Un «hombre de paja» es una presentación particularmente débil de lo que alguien está argumentando en contra. Los Nuevos Ateos («Es guay no creer») hacen de la religión un hombre de paja, reduciendo la creencia en un orden superior, moral y rector a un montón de historias de la escuela dominical. Pero, como insisten los tipos espirituales, no creer en la doctrina religiosa no es lo mismo que no creer en la espiritualidad.

Muchos están traumatizados por la palabra «Dios». Así que hablemos de Inteligencia Superior. O, si esas mayúsculas siguen siendo demasiado, «inteligencia superior». Así, mejor.

El 80% de los Premios Nobel de Física creían (o creen, porque algunos de ellos siguen vivos) que podría haber un Dios. Hoy en día, muchos científicos de primera línea creen que existe un orden universal subyacente, ideales cósmicos, una inteligencia superior. La mayoría afirma una impersonalidad ciega de su «Dios», pero Michael Levin atribuye la moralidad a su inteligencia superior:

Michael Levin
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Así que, con perdón de los alérgicos a lo Divino, vemos que posiblemente la mayor figura en el campo de la inteligencia, Michael Levin, apoya la idea de que Dios impone un orden moral en el universo.

Tristemente, para todos nosotros: individuos, sociedad, medio ambiente... El materialismo científico (que todo sólo es explicable por fuerzas atómicas ciegas) sigue estrangulando la espiritualidad. Los frikis se niegan a apagar su inteligencia alienígena anti-Dios.

Como dicen los budistas: «Un dedo apuntando a la luna no es la luna», las religiones son dedos apuntando a Dios. El mundo no carece de sentido. Hay un propósito y una intención («teleología» es el término científico). Como vemos en el aumento vertiginoso de las tasas de depresión y suicidio entre los jóvenes, y en la desintegración de la sociedad, el sinsentido no puede sostener al individuo ni al conjunto.

No tenemos por qué avergonzarnos de la espiritualidad que impregna estas fiestas. Creamos, como el biólogo Michael Levin, en una fuerza compasiva y positiva para la vida que vela por nosotros, una superinteligencia que nos une a todos. Y actuemos, con nosotros mismos y con los demás, como si así fuera.

Felices fiestas.

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