Sandy
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por Britt Zaist, texto y dibujos

Llevo más de 35 años haciendo retratos de mascotas. Me encanta dibujar perros viejos y escuchar historias sobre ellos de las personas que los querían. Tengo que decir que dibujar a un perro viejo tiene algo de conmovedor. Tienen un aspecto diferente: no tan ágiles, encorvados, lentos. Es como dibujar a un viejo "nosotros". Conozco esa sensación porque ahora yo también soy vieja.

Nuestra primera perra aquí en México fue Emma, una perra callejera, que llegó a nuestra Galería Izamal en el Mesón de San José, ¡y empezó a parir! Esa fue la primera y única vez en nuestros 29 años que cerramos la galería durante nuestro horario regular de trabajo.

Emma paciente
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Emma siguió siendo su "propia" perra durante los 18 años que la tuvimos. Los últimos estuvo muy delgada, inestable y olvidadiza. Dormíamos con la puerta del dormitorio abierta al patio para que pudiera salir rápidamente cuando lo necesitara. Pero ya no se acordaba de nada. Cuando necesitaba hacer sus cosas, se paseaba por toda la casa sin llegar nunca a tiempo. Al final, Emma, mi marido Henry, y yo dimos nuestro último paseo juntos hasta el veterinario, donde la abrazamos mientras se dormía tranquilamente.

Emma, 17 años por Henry Vermillion
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Hay un libro maravilloso sobre este tema titulado Old Dogs are the Best Dogs (Los perros viejos son los mejores perros). He aquí un extracto:

Jake
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Cuando tenía veinte años, mi primer marido y yo vivimos tres años en nuestro velero. Paramos en un puerto deportivo de Bradenton, Florida, para visitar a mi abuelo. Estaba en silla de ruedas. Mientras una amiga suya de ochenta y tantos años nos enseñaba su casa, nos encontramos con una maravillosa foto antigua de una hermosa joven. Le pregunté quién era. Me respondió: "Era yo". Me quedé asombrada. A los 28 años, no tenía ni idea de los cambios que se producen cuando te acercas a los 80. Ahora sí. Ahora lo sé.

Finley
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Estudio / Visitas a Galería

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Britt Zaist nació y creció en Long Island, Nueva York. Sus abuelos fueron exitosos inmigrantes italianos y españoles. Después de vivir en un velero durante tres años, cruzando el Inland Waterway, haciendo cruces a las Bahamas con su primer marido, golpearon tierra firme y se trasladaron a la ciudad de Nueva York. Allí estudió en la Liga de Estudiantes de Arte de Nueva York y se convirtió en miembra vitalicia. Ese matrimonio la llevó a Raleigh, NC, donde estuvo activa en varios grupos de arte.

Britt y Henry ahora abren sus galerías y estudios al público.

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