“En septiembre del año 2021 yo viví en la calle. Invisible por los otros.Yo imaginé que tenía el poder Mágico de no ser visto”.

Eshan Hasib

En esta sensible y delicada serie de fotografías Eshan Hasib explora como sujeto "Ausentes", tema que lo toca de manera profunda e íntima por su experiencia vivida el 2021.

Estos seres humanos retratados con sus pertenencias, sus objetos, sus animales, etc. Transitando o durmiendo en las calles, los puentes o parques de Paris. Viviendo una realidad extrema. El acierto de este naciente fotógrafo y su maestría es precisamente captar ese "instante" en donde dejan de ser "invisibles" para plasmarnos de forma brutal y poética a la vez la desidia humana. De cómo hemos hecho un hábito de no verlos, de ignorarlos porque al hacerlo nos tenemos que cuestionar nuestra propia insensibilidad a esta dura realidad.

La fotografía de Hasib es ese espejo que nos invita a reflexionar sobre la condición humana.

Cada uno de nosotros se encuentra representado en estas imágenes; la mujer que habla por teléfono a la salida de la tienda, los chicos que juegan un partido de futbol, la pareja que pasea junto al rio, son solo unos ejemplos en las que nos vemos retratados...

Eshan Hasib pensó que el podía tener la magia "de no ser visto" cuando él tuvo que vivir en la calle el 2021. Ahora el artista logra otro acto mágico pero a la inversa. Con su fotografía los hace visibles, ellos existen, son de carne y hueso. El mensaje de Hasib es precisamente que salgan del estado de "ser ignorados" para que como grupo humano podamos buscar y encontrar una o varias soluciones a esta problemática social.

Hasib trabaja y vive en París.

Retratar es un acto complejo, una intromisión (en) y (en) lo otro, aquello alterno que supera nuestros límites físicos éticos culturales, y por qué no decirlo en el mundo subjetivo de los prejuicios.

La fotografía como acto es eso, invertir esfuerzos en subvertir la realidad. Extraernos de la zona de paz cultural que la sociedad contemporánea nos convoca.

La obra de Emma nos da un vínculo con estos preceptos, nos articula en una mirada generacional, una mirada del erotismo, la sensualidad, la complacencia y la aceptación. Conceptos tratados a lo largo de la existencia de los humanos (en su más oculto cinismo y silencio, la perversión es conflictiva).

El deseo y la entrega están evidentes en su obra, sobreponiéndose al relato y formato que nos remite a la antigua fotonovela, que nos narra una historia una literalidad visual.

La obra de Emma nos susurra con indiferencia, nos habla al oído por medio de sus sets, sus colores y las barrocas posturas de sus modelos, que no dejan de ser una literalidad generacional, que dicho aparte, genera « género sensualidad ». Sus texturas son una evidente provocación sensitiva, así como la saturación significativa de sus composiciones.

No cabe duda de que Emma, en tanto artista visual, emerge como la erupción de sus piezas dejando en nuestras manos la opción de acceder a esa erupción.

Una vez más, nuestro «Chilango» favorito nos encanta con sus siempre modernas creaciones Pop Art de escenas urbanas. Los peatones van y vienen al ritmo de la Ciudad de México, parrilla de calles en las bulliciosas colonias del centro de la ciudad. Rodrigo Reynoso nos acompaña a los ritmos de esta bulliciosa ciudad con su zumbido musical de tráfico y parloteo. El verdadero color es siempre importante en la obra de este artista.

Los ocupantes de la ciudad están acompañados por los siempre coloridos sabuesos y ositos tan icónicos de su obra. Al haber crecido en Nueva York, me identifico con el extraordinario ambiente de esta obra. Bravo Reynoso.

por Margaret Failoni

Donde hay volcanes, hay terremotos. Y después de varios meses de que el Vesubio arrojara cenizas sobre el cielo napolitano, en noviembre de 1980 un terremoto de nivel siete devastó Irpinia, el sur de Nápoles y sus alrededores. Lucio Amelio, uno de los marchantes y coleccionistas de arte más importantes de Italia, trabajó diligentemente durante dos años y en 1982 presentó al mundo la extraordinaria exposición Terrae Motus, presentada al público en la mansión del siglo XIX Villa Campolieto en el barrio de San Giovanni, situada al pie de Monte Vesuvio.

Más de 70 obras fueron creadas específicamente por los artistas más importantes del mundo de los años 80. La colección ahora es propiedad de la Fundación Lucio Amelio y se exhibe de vez en cuando en lugares tan extraordinarios como la Loggia di Caserta (un castillo del siglo XIX y terrenos diseñados por Vanvitelli ubicado justo al norte de Nápoles).

Últimamente, el volcán Popocatépetl de México no sólo ha estado arrojando cenizas, sino también ocasionales chorros de lava que presentan escenas de inquietante belleza. Sigue habiendo pequeños terremotos no tan graves en la Ciudad de México de manera regular, pero el terremoto de 2017 causó daños importantes en varios barrios. El terremoto de gran magnitud más reciente -sin mayores daños- se produjo en el mismo día y hora de 2019. Dada la interminable sucesión de terremotos que azotan a México en una danza continua de cercanía a la muerte, se me ocurrió que esta fuerza impulsora de la naturaleza también afectaría y podría afectar el genio creativo de muchos artistas mexicanos e internacionales que viven en este país. Y así, a una escala mucho menos ambiciosa, nació la exposición Terrae Motus en la Galería Intersección. Dieciocho artistas internacionales han creado obras únicas para la exposición:

Ana Quiroz, Arturo Elizondo, Antonio Chaurand, Daniela Edburg, Enrique Guillén, Ian Johnson, Iván Puig, Marián Roma, Nahum Zenil, Pascual Hijuelos, Ramiro Martínez, Rodrigo De la Sierra, Santiago Corral, Sergio Garval, Víctor Hugo Pérez, Inefable Yui Sakamoto, Zoë Segal

Terrae Motus estará abierta al público por un período de tres meses en los espacios de Galería Intersección en el Centro de Arte y Diseño La Aurora en San Miguel de Allende.

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