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9 de Junio
por Mary Jane Miller
La aparición del Homo sapiens no es un accidente de probabilidad insondable. Las condiciones para nuestra existencia son precisas, la distancia al Sol, la atmósfera que nos protege de su intensidad dañina, y una órbita constante que hace que suceda el día y la noche. Como seres pensantes a veces olvidamos lo únicos e inseparables que somos de la luz y nuestra necesidad de que las cosas continúen de la misma manera año con año. Necesitamos que cada aspecto de la vida continúe como de costumbre para nuestra supervivencia. Imaginen si el nivel de oxígeno cambiara o el agua desapareciera, la luz de arriba y la luz de la mente tomarían una nueva dimensión.
Hay un tremendo poder que los humanos tenemos en lo que hacemos, pensamos y decimos mientras vivimos nuestras vidas. Ondas invisibles de energía y conexiones suceden e irradian desde cada uno de nosotros sin nuestro conocimiento. La vida es impresionante. Es un campo indivisible de asociaciones, en transición. Los místicos lo han sabido, y los pintores que representan la historia de la creación lo han retratado.
Yo pinto con la tierra de nuestro planeta. El medio artístico se llama temple de huevo; yema de huevo y piedra molida de millones de años. Cualquier medio que el artista requiera necesita agua. Con el calor más reciente martilleándonos todos los días la idea del agua ha animado mi sentido de cuánto está cambiando en nuestro mundo, especialmente aquí en el desierto alto de México. He vivido en esta ciudad durante 50 años, estamos perdiendo el acceso a las fuentes naturales de agua y está haciendo estragos en nuestro sustento y paisaje.
Solía haber un goteo de agua durante todo el año en el Río Laja, la temporada de lluvias duraba cuatro meses, y los campos, aunque secos nunca fueron tierra quemada que se levanta con el viento. Los nopales cambiaban poco a lo largo del año. Ahora vemos las pencas colgando flácidas, secas y arrugadas. Hay menos insectos, aves y animales en todo el paisaje y en nuestros jardines.
Recuerdo que en los ranchos en esta época del año los residentes preparaban sus campos para plantar maíz, bailaban y daban gracias a la espera de la próxima lluvia. Hacían pequeñas ofrendas en casa y en la iglesia a San Isidro, el santo patrón de los agricultores. Subían al lugar más alto en el rancho donde una cruz estaba parada sobre el valle y hacían oraciones con la esperanza de una buena cosecha. Hemos perdido la tradición de pedir al cielo o a los dioses que bajen el agua. Nuestras actitudes se han llenado de miedo en lugar de agradecimiento.
Un gran cambio que esta nueva era nos está enseñando es: lo que pensamos es lo que manifestamos. En San Miguel Allende hay una abundancia de trabajo personal que se hace para ajustar la mente. Yoga, sanación de sonido, cristales, aromaterapia, meditación, astrología, tai chi, masaje, alimentación orgánica y trabajo de respiración contribuyen a que nos volvamos más conscientes y sensibles al delicado equilibrio entre el cuerpo y el espíritu. Nuestro estilo de vida está conectado a la Tierra y a la Creación y toda ella necesita agua. La sustancia es preciosa, tanto como la vida y la luz son preciosas.
Soy una feligresa y siempre me he preguntado por qué las enseñanzas de algunas instituciones religiosas no enfatizan el amor y la protección de la Tierra y el agua, a pesar de su importancia para mantener la vida. Esta increíble sustancia que necesitamos para mantener la vida es un regalo dado en perfecto equilibrio. Somos administradores y cuidadores. ¿Cómo pueden los individuos usar sus mentes para producir lluvia y contribuir a la abundancia de agua? Cuando llegue la lluvia ayudará a todos y caerá sobre cada uno de nosotros uniformemente.
Cuando nos dejamos amar por el creador y la creación, llegamos a conocer la magnitud interminable de nuestra existencia en, por, y a través del Espíritu. La meditación abre la mente y el corazón para maravillarse con la idea del big bang. El momento indivisible de nacimiento o concepción es puro misterio, salimos del agua hacia la luz. Cuando nos detenemos a preguntar cómo todo llegó a existir, la respuesta es simple: la vida es impresionante. Haz de cada día una oración por la bondad y por el agua también.
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Mary Jane Miller nació en Nueva York y vive en México de tiempo completo, es una iconógrafa de estilo bizantino autodidacta con más de 28 años de experiencia. Sus colecciones de arte sacro son contemporáneas, con un dominio competente de temple de huevo. La obra es extraordinariamente rica en estilo y ha sido expuesta en museos e iglesias de Estados Unidos y México. Como autora, Miller combina contenido histórico y perspectivas personales para llegar a conclusiones contemporáneas sobre la fe. Sus diez libros auto-publicados incluyen Mediación e Iconografía, Pintura de Íconos Revelada, María en Iconografía, En Luz de Mujeres, Vida en Cristo y Las Estaciones. Miller ha sido publicada en línea y en publicaciones como Templo Divino, Revista Ortodoxa Rusa, Revista Forum de Fe, Liturgia Hoy y Perfiles del Catolicismo. Ella enseña cuatro cursos al año, talleres de inmersión de 5 días en los Estados Unidos y México.
Iconografía - www.sanmiguelicons.com
Libros de íconos contemporáneos - www.millericons.com/books
Talleres - www.sacrediconretreat.com
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