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10 de Marzo 2024
por Julie Heifetz
Durante más de 40 años, como psicoterapeuta y escritora, fui testigo y escribí las historias de innumerables sobrevivientes de trauma: pacientes con lesiones en el cerebro y la médula espinal, pacientes de cáncer y estudiantes en riesgo.
A finales de la década de 1970, escribí una serie de poemas narrativos en primera persona basados en historias orales de sobrevivientes del Holocausto, y los interpreté ante una audiencia de más de 1000 personas en una conferencia nacional.
Pero lo que me puso particularmente nerviosa fue la lectura privada antes de la conferencia al orador principal, Elie Weisel. Después de esa presentación de 50 minutos a una audiencia de uno, el Sr. Wiesel me dijo: "Siga dando testimonio. Siga escribiendo". Exactamente es lo que yo he hecho.
Hace tres años, me mudé a San Miguel. El año pasado aprendí que hace 40-50 años había muchos tabúes que impedían a las mujeres trabajar aquí en San Miguel. Y que lentamente, a través de la influencia de los medios de comunicación y los extranjeros que viven en la ciudad, las mujeres comenzaron a liberarse de las restricciones. Poco a poco comenzaron a trabajar y a contribuir a las finanzas de sus familias y a la economía de la ciudad. Me preguntaba qué más había cambiado en la vida de estas mujeres: sus relaciones con los hombres, con sus madres, con la iglesia.
Así que, en español e inglés, empecé a entrevistar a mujeres de clase media entre los 40 y los 60 años. Estas mujeres habían vivido esos cambios culturales. He escuchado con atención. Las entrevistas finalmente se convirtieron en una pieza de teatro, una serie de monólogos llamados "Las Hijas de San Miguel de Allende", con cinco personajes: una maestra, una ingeniera, una ama de llaves, una masajista y una abogada.
Varias de las mujeres que entrevisté me agradecieron por escuchar y compartir sus historias. No está en la cultura mexicana hablar abiertamente sobre temas personales, incluso entre ellos. Y se sorprendieron especialmente de que los expatriados estarían interesados en sus vidas y pensamientos.
Estas mujeres todavía se encuentran a caballo entre el pasado y el presente. Hay formas en que luchan internamente con algunos de los cambios. Las mujeres en otros países como Estados Unidos están años por delante de ellas en la lucha por ser libres, pero pueden identificarse con ellas y con su viaje largo y difícil.
En el fondo, sus historias humanas son universales, mientras que siguen siendo específicas de la cultura mexicana de San Miguel. La verdad me sorprende que nuestras similitudes como mujeres sean más profundas que nuestras diferencias culturales.
Hay mucho que aprender de estas mujeres que entrevisté. Las amo. Admiro su fuerza. Ha sido un privilegio escucharlas.
Del espectáculo: