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por Charles Miller

Hace unas semanas la columna que escribí sobre el tema "No posees lo que crees que tienes" provocó más respuestas de lo habitual. Lo que escribí entonces no es una teoría de conspiración, más bien fue solo un recordatorio de cómo Internet ha cambiado la forma en que se hacen muchas cosas. Algunos de los cambios se han acercado sigilosamente a aquellos que no son conscientes. Otro cambio no menos importante es el estatus legal de algunos de los derechos de propiedad.

Esa columna anterior describió cómo los cambios en el Artículo 8 del Código Comercial Uniforme de EE.UU. (UCC) en las últimas décadas han cambiado las reglas de propiedad para las acciones y otras inversiones. En los viejos tiempos, cuando comprabas acciones recibías un atractivo certificado impreso, a veces incluso con tu nombre, pero ya no. Hoy esas inversiones se manejan electrónicamente. Sin realmente culpar a todos en las computadoras e Internet, el artículo que leí dejó claro que la cartera de valores es ahora nada más que números en una base de datos que contiene los registros de los activos mantenidos por su corredor. Y si su agente quebrara su cartera de inversiones podría hacer que sus activos sean de muy difícil acceso. Escribir ese artículo me recordó que las reglas de propiedad también han cambiado para muchas otras cosas digitales.

Las licencias de software no han cambiado mucho con los años. A pesar de eso, siempre ha sido una idea errónea de algunas personas que creen que pagar por un programa de software significa que es suyo. Tómese el tiempo para leer la letra pequeña de cualquier acuerdo de licencia de usuario final (EULA) y verá que los fabricantes de software casi nunca venden su software. Lo que usted está pagando es una licencia para utilizar su software en sus términos. La última tendencia aquí es que una gran cantidad de fabricantes de software se están moviendo hacia un EULA que dice que se puede utilizar el software siempre y cuando se paga de nuevo cada año para seguir usándolo. También está el hecho de que los propietarios del software ahora construyen dispositivos de interrupción para permitirles desactivar el software en su computadora y las aplicaciones en sus teléfonos inteligentes si deja de pagar.

Hace años, cuando la música se vendía en discos de vinilo, la propiedad de ese vinilo era clara. Nunca tuviste derecho a duplicarlo; pero ¿quién podría hacerlo? Tenías el derecho a vender tus discos, o regalarlos porque el vinilo que pagaste te pertenecía. Luego vinieron los avances en tecnología que hicieron posible copiar música y vender música en línea para descargar. Legalmente cambiaron todas las reglas, y la mayoría de la gente no se da cuenta de que la música comprada y descargada en línea no les pertenece a ellos; solo se alquila y la capacidad de copiar o compartir está restringida. Con pocas excepciones, todo lo que acabo de escribir sobre música digital también se aplica a los videos.

Los libros en forma digital son una propuesta similar. Los libros impresos en papel no parecen estar desapareciendo completamente, pero de vez en cuando veo uno que es solo digital y que cambia las reglas. Por un lado, las distribuciones digitales se ponen a disposición del comprador para que las lea a placer del vendedor. Algunos propietarios de lectores de Amazon Kindle se enteraron de esto hace varios años cuando la compañía decidió sacar una determinada publicación de su tienda en línea. Amazon no solo eliminó ese libro de los títulos disponibles para la venta, sino que también dio un paso más, sin el permiso del lector, para eliminar ese libro de los lectores de Kindle de cada cliente que lo había comprado y pagado. Siniestramente, ese libro fue "1984" de George Orwell.

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Charles Miller es un consultor informático independiente con décadas de experiencia en TI y un tejano con un amor de por vida por México. Las opiniones expresadas son suyas. Puede ponerse en contacto con él al 415-101-8528 o al correo electrónico FAQ8 (at) SMAguru.com.

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