Howard Hughes
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Dr. David Fialkoff, Editor

Un gran porcentaje de las discusiones pueden resolverse definiendo términos. Tomemos “limpio”, por ejemplo. ¿Es limpio el fumador de cigarrillos que se ducha y se cambia de ropa dos veces al día? Habiendo realizado disecciones humanas, puedo dar fe de que los pulmones de los fumadores están grises de hollín.

Howard Hughes era peculiar. Hacia el final de su vida, su extrañeza se hizo legendaria. Quitaba la etiqueta y lavaba repetidamente una lata de comida antes de abrirla. Un poco raro yo, sólo puedo esperar que enjuagara tan bien como lavaba.

La manguera de la lavadora de la casa de Verónica solía verterse en un fregadero. Allí descubrí que el agua que sale del ciclo de aclarado es gris, como los pulmones de un fumador.

Al igual que Howard Hughes con sus latas, esto me hizo pensar en mi ropa. Saturada de esa sucia agua gris, incluso después del ciclo de aclarado, ¿estaba realmente limpia?

Aquí, en mi nuevo departamento, tengo mi propia lavadora. Es manual, con cada ciclo por separado: lavado, aclarado, centrifugado. Aquí, antes de “tirar del enchufe” para vaciar la lavadora, volví a darme cuenta y me molestó el estado de suciedad del agua de aclarado. Pero aquí, sin un ordenador de por medio, fue bastante fácil ejecutar un segundo ciclo de aclarado.

Me alegra informar de que el agua del segundo ciclo de aclarado está bastante menos sucia y que, al menos hasta ahora, me detengo en dos aclarados. Me pregunto cuántas veces lavó Howard Hughes sus latas... o si fumaba cigarrillos.

Hughes en su Spruce Goose, 6 veces más grande que cualquier avión de su época, hecho enteramente de madera, voló sólo una vez.
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G, el hombre que se ganó mi amor eterno abriéndome las puertas de su casa cuando huí de la colonia San Antonio hace unos meses, tenía una extraña manía con el jabón. Lo suyo era el jabón de fregar.

Lo más extraño era que diluía el jabón de fregar en un pulverizador y lo rociaba sobre las moscas que se posaban en las superficies de la cocina para matarlas. (¿Quién lo iba a decir?) Tuve muchas conversaciones con G, interrumpidas por su caza de moscas, rociando esa cosa por la cocina.

Las moscas son criaturas realmente sucias, que vomitan y defecan allí donde se posan, en cuanto aterrizan. Y aplastarlas puede dispersar partes de su cuerpo. (No me hagas hablar de esos mata-insectos eléctricos de las cocinas comerciales). Pero aplastarlos ligeramente, para que mueran sin hacerse añicos, es mucho más limpio y saludable que rociar jabón diluido sobre platos, ollas y encimeras de cocina que, por lo demás, están limpios. El detergente no es seguro para comer.

Sí, al igual que con el doble aclarado de la ropa, estoy siendo un poco extremista. Pero he aprendido a abrazar mis obsesiones.

Menos fanática es mi crítica de la técnica real de lavado de platos de G. Era tan derrochador con el jabón que en el fregadero parecía un niño jugando en un baño de burbujas.

Si me preguntas qué tiene de malo usar demasiado jabón al lavar los platos, te responderé lo mismo que tiene de malo usar demasiado detergente al lavar la ropa: no se aclara.

Créeme, un residuo de jabón petroquímico en tus platos es mucho más sucio, mucho más tóxico bioquímicamente, que cualquier migaja de pan tostado o residuo de té o gotas de zumo de sandía que estés tratando de eliminar.

Admito que las ollas, sartenes y platos grasientos necesitan más jabón. Pero entonces, como en todas partes, la solución es aclarar a fondo. Una solución mejor es usar, como hace Verónica, jabón para platos no tóxico.

Hughes le dio un puñetazo en la cara a Ava Gardner y ella le rompió un cenicero de ónix en la cabeza.
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Mis habilidades para lavar platos no son lo que podrían ser. Mi excusa es que, como vegetariana, un poco de pulpa seca de zanahoria pegada al exprimidor no cambia el sabor ni la salubridad del zumo.

En mi reciente viaje a Nueva Orleans, mi hija me preguntó, mientras realizaba la tarea en el fregadero de su cocina, si mi dejadez al lavar los platos era una estratagema para librarse de que le pidiera que hiciera el trabajo.

En realidad, creo que su pregunta era una estratagema, para recordarme que debía hacer un mejor trabajo, cosa que hice.

No ayuda que, con la edad y todo el tiempo que paso mirando esta pantalla, mi visión se haya degradado. Sé que la solución más sencilla es llevar gafas mientras lavo y encender la luz de la cocina por la noche.

Pero no te preocupes si vienes a cenar. Me he acostumbrado a limpiar la cocina a primera hora de la mañana mientras me preparo el té. Nunca está tan sucia. Pero, al igual que con “limpio”, es mejor definir ese término.

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