por Dr. David Fialkoff, Editor

Utilizo la palabra «amigo» con cautela, distinguiendo claramente entre meros conocidos y amigos. Soy de la escuela de Thomas Fuller, que dijo: «Si tienes un amigo de verdad, tienes más que de sobra».

Facebook se va al otro extremo en la definición de «amigo». Rara vez visito el sitio. Sí compruebo mis mensajes allí, buscando rápidamente el punto rojo en la parte superior derecha de la página. A veces pasan meses sin que me desplace por las publicaciones de mi feed de Facebook. Estoy demasiado ocupado y ya paso demasiado tiempo en la computadora.

A veces, cuando intento asociar una cara a un nombre, visito para buscar a alguien. (Oye, ¿quizá por eso lo llaman Face Book?) Estaba haciendo eso esta mañana temprano en la fresca sombra del porche trasero, cuando, al volver a mi página de inicio, me di cuenta (justo en la parte superior de mi feed, sin tener que desplazarme hacia abajo en absoluto) de un post inquietante: «Un alma cálida con un corazón hermoso. Me entristece mucho la noticia».

Al reconocer el nombre, me desplacé hacia abajo y vi dos mensajes más justo debajo del primero, ambos referidos al reciente fallecimiento de la misma persona, un hombre más joven con el que mantenía una relación amistosa.

Que estoy ocupado y me conecto demasiado a menudo es sólo una parte de la historia. La verdad es que no tengo tantos amigos (ni tanta familia) a los que quiera seguir en Facebook. Soy intenso. No me gusta pasar el rato. Apenas socializo en la vida real, ¿por qué querría hacerlo en Internet?

La amistad para mí es como enamorarse. Es una fascinación, un impulso, una compulsión. Con perdón del viejo refrán, según mi definición no puedes elegir ni a tu familia ni a tus amigos.

La amistad, como el amor (los griegos tenían cinco palabras para el amor, una específicamente para la amistad), requiere una profunda simpatía, de tal modo que la cuerda que suena en tu corazón haga resonar las cuerdas del mío.

¿Por qué querría tener una relación con alguien con quien tengo que terminar mis frases? Si no entiende (o empieza a entender) lo que digo antes de que yo lo diga, ¿para qué le hablo?

La mayoría de las personas con las que me gustaría pasar tiempo están ocupadas y son intensas. Uno de estos posibles amigos, G, me abrió las puertas de su casa cuando tuve que mudarme. Necesitado de mi propio espacio, pronto volví a mudarme, pero G sigue invitándome a volver a vivir con él. G es también el hermano del hombre que falleció anoche.

Estoy fuera de la ciudad, fuera del país. El porche en el que estaba sentado cuando leí la triste noticia sobre el hermano de G no era el mío. En ese momento, mi primer impulso fue enviarle un mensaje a G. Pero entonces recordé el consejo del Talmud: «No debes consolar a alguien cuando tiene delante a su muerto». Así que envié un mensaje al rabino Daniel, de San Miguel.

El rabino, que no se había enterado, respondió con una breve ráfaga de signos de interrogación y exclamación. Era temprano, una hora antes en San Miguel que aquí, pero me sorprendió que no se hubiera enterado. Espero que sea omnisciente, si no como Dios, como el Mossad.

Hace dos años, G y yo ayudamos al rabino a enterrar a dos víctimas judías descuartizadas que fueron asesinadas. No pudimos preparar (y afortunadamente no tuvimos que ver) esos cuerpos. Pero hace un año los tres lavamos y vestimos el cadáver de un anciano miembro de nuestra congregación, y luego lo enterramos. Sé que el rabino lo tiene todo bajo control, pero me gustaría estar en la ciudad para ayudar ahora.

Cuando esta mañana me senté en el porche trasero para escribir mi columna semanal, tenía otro tema en mente. Pero la muerte lo pone todo en una perspectiva diferente, absoluta, dominante.

G, si lees esto, cuando lo leas ya habrá terminado el funeral, al que asistieron tantos que conocían y querían a tu hermano. Ahora es el momento, con lágrimas en los ojos, de desearte consuelo:

הַמָּקוֹם יְנַחֵם אֶתְכֶם בְּתוֹךְ שְׁאָר אֲבֵלֵי צִיּוֹן וִירוּשָׁלָיִם
Hamakom yinachem et-chem b'toch sh'ar avelei tzion v'yerushalayim.
Que el Omnipresente te consuele entre los dolientes remanentes de Sión y Jerusalén.

Abrazo.

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