Magazine Home
Luis Felipe Nieto Gamiño, in memoriam

foto: Richard Vidargas
*

English
1 de septiembre 2024

por César Arias

El pasado mes de agosto falleció nuestro querido amigo Luis Felipe, extraordinario historiador y arqueólogo de San Miguel de Allende. Durante años dirigió su talento y su pasión a la arqueología de nuestra región, la cual recorrió ampliamente durante años, publicando desde años 80 el Atlas Arqueológico de Guanajuato, así como diversos artículos científicos.

Además de su actividad para la creación del Museo Histórico Casa de Allende, del cual fue director, y de sus aportaciones al conocimiento y la defensa del patrimonio cultural de nuestra ciudad, dedicó su mayor esfuerzo a la zona arqueológica Cañada de la Virgen. Llevó a cabo los trabajos pioneros de exploración y restauración del sitio, con la valiosa colaboración de Don Patterson, amigo e investigador residente en San Miguel, y con un equipo de colegas y trabajadores entrenados, a quienes apoyó siempre. Fueron más de diez años de actividad continua y profesional, la cual se vio lamentablemente truncada en forma arbitraria al final de los años 90, debido a los intereses y maniobras de los nuevos dueños de la propiedad donde se ubican las pirámides. Fue una terrible injusticia, un muy duro golpe para ambos investigadores, del cual Luis Felipe realmente nunca más pudo sobreponerse, pues Cañada de la Virgen se había convertido en la gran misión de su vida.

Luis Felipe Nieto tuvo varias interacciones con el Jardín Botánico. La primera de ellas, por allá de 1994, fue la realización conjunta del primer inventario botánico de la zona arqueológica, concentrado en los árboles y arbustos del sitio. Y años después, en El Charco, Luis Felipe llevó a cabo la exploración y restauración del viejo acueducto que conducía el agua al batán del siglo XVI, cuyos vestigios aún subsisten en la cañada.

Hoy nos duele la ausencia de Luis Felipe, buen amigo y gran arqueólogo sanmiguelense. Y acompañamos en el duelo a Rosa Velázquez, su amorosa esposa y compañera de camino, así como a sus hermanos y amigos queridos.

***
**


foto: Henry Miller
*

por Donald Patterson

Ahora veo claramente que los pocos años que me quedan los pasaré sentado, inclinado sobre el teclado y mirando fijamente un monitor de 51” como esta mañana, hasta que no pueda mantener esa postura. Cumpliré 82 años el próximo noviembre, así que puede que ese final no tarde demasiado en llegar.

Esta mañana tengo un dilema que llena mis pensamientos. Anteayer falleció mi amigo y compañero de muchos proyectos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) durante muchos años, Luis Felipe Nieto. En las últimas horas mi sentimiento entre pena y alegría entra y sale como la marea. Esto se debe a que Luis Felipe estuvo enfermo durante mucho tiempo. Y con el tiempo se fue alejando cada vez más de la realidad. Rosa, su encantadora esposa, le cuidaba con cariño. Me alegro de que ahora tenga algo de alivio, un poco más de tiempo para ella misma.

Luis Felipe Nieto Gamiño y yo nos vimos por primera vez en 1978 en la terminal norte de autobuses de Ciudad de México. Ambos esperábamos el transporte a San Miguel en un autobús de segunda clase. Era extraño que, aunque yo ya conocía a miembros de su familia, nunca nos hubiéramos cruzado antes. Descubrimos que ambos pasábamos la semana en Ciudad de México y volvíamos a San Miguel los fines de semana.

Después de competir con éxito en artes marciales internacionales, Luis Felipe había decidido hacer carrera en arqueología y asistía al INAH. Yo trabajaba en el Templo Mayor, también para el INAH, bajo la dirección de Eduardo Matos Moctezuma. Luis Felipe y yo nos sentamos juntos en el autobús de cuatro horas, hablando de los sitios a lo largo del drenaje del Río Laja y en el valle de San Miguel.

Fue un encuentro breve y rara vez volví a ver a Luis Felipe después de aquel encuentro fortuito. Pero varios años después de aquel viaje en autobús, Luis Felipe y yo íbamos a trabajar juntos. Vino a mi departamento en la Ciudad de México a principios del invierno de 1983 y me propuso que mi equipo de documentación arqueológica se trasladara a San Miguel y dirigiera un estudio de patrones de asentamiento (mapeo, documentación, evaluación y recolección de muestras para análisis de sitios antiguos) a lo largo de la porción central del Río Laja. Quería escribir su tesis profesional sobre la zona.

Gracias Luis Felipe por traerme de vuelta a San Miguel y por reunirnos para trabajar en proyectos de importancia.

Mientras trabajaba en el estudio del patrón de asentamiento en San Miguel, Luis Felipe se unió a mí como consultor en mi propio proyecto de Chichén Itzá. Habíamos duplicado con creces el número de chultunes, bóvedas subterráneas, que el mapa de Killmartin y O'Neill del proyecto del Instituto Carnegie encontró a finales de los años 20 y principios de los 30. En aquel momento, estos chultunes se encontraban en el subsuelo.

En aquella época, se creía que estos chultunes servían para almacenar agua de lluvia. De hecho, muchos de ellos incluso tenían canales de piedra que dirigían el agua de lluvia hacia su interior. Sin embargo, un par de ellos estaban situados en la cima de montículos donde la inclinación de la topografía era descendente desde el orificio de entrada. Quería saber la opinión de Luis Felipe sobre mi teoría de que al menos estos dos chultunes eran para almacenar granos. O al menos alguna otra explicación.

Sin embargo, después de examinar tres chultunes, resulta que el primero contenía una serpiente de cascabel, el segundo un grupo de avispas y, al acercarnos al tercero, una bandada de murciélagos que salía volando por su abertura. Luis Felipe comentó que prefería hacer arqueología de campo en el Altiplano.

Trabajamos juntos en siete proyectos:
-el proyecto Chichen Itzá,
-el proyecto Yaxchilán,
-el estudio de patrones de asentamiento,
-el proyecto piloto y el posterior Atlas Arqueológico de México,
-el proyecto del Museo Allende,
-proyecto Cañón de la Virgen,
-el proyecto del Camino Real.

Conozco otros dos proyectos en los que trabajó. Uno con Beatriz Braniff y otro relativo al arte rupestre antiguo con Martha Muñoz. Sin embargo, estoy seguro de que trabajó en muchos más que desconozco.

Se me llenan los ojos de lágrimas ante la tragedia de que su vida se haya truncado justo en la cima de sus logros académicos.

**************

Donald Patterson: Me han llamado muchas cosas en mi vida. He tenido que escuchar muchas palabras acaloradas y vitriólicas para describirme. Me han llamado hijo de puta, mentiroso, imbécil, paleto, misógino, comunista, homófobo, racista, cabrón, amante de los negros (comisaría de Shreveport, Luisiana, vacaciones de primavera de 1959), pesado, canalla, republicano, demócrata, y, ayer mismo, cascarrabias. Estos son sólo algunos de los nombres que me ponen mis amigos angloparlantes. Ni qué decir tiene que la lista en español es mucho más larga, pero aquí van algunos: pendejo, insensato, insípido, cabrón, pinche, gringo, pinche gringo, anarquista, comunista, capitalista, bolio, maricón, diablo, culero, etc, etc, etc. Sin embargo, tengo una imagen diferente de mí mismo.

El poeta escocés Robert Burns expresó mi dilema en verso a finales del siglo XVIII. Burns tituló el poema To a Louse, On Seeing one on a Lady's Bonnet at Church. La última línea lo dice todo:

«¡Oh, si algún poder nos diera el don
De vernos como nos ven los demás».

**************
*****

Por favor contribuya a Lokkal,
Colectivo en línea de SMA:

***

Descubre Lokkal:
Ve el video de dos minutos a continuación.
Luego, justo debajo de eso, desplácese hacia abajo por el muro comunitario de SMA.
Misión

Wall


Visit SMA's Social Network

Contact / Contactar

Subscribe / Suscribete  
If you receive San Miguel Events newsletter,
then you are already on our mailing list.    
Click ads

Contact / Contactar


copyright 2024