por Maggie Fraser

Mis primeros recuerdos de la Navidad son la familia, la comida y los regalos. Antes de comprender las tradiciones paganas que provienen de mi herencia escocesa-gaélica y la celebración del nacimiento de Cristo que elegimos marcar en diciembre, yo solo conocía la sensación de estar rodeada de luz y amor.

A medida que crecía, el tiempo pasado alrededor del árbol de Navidad y de la mesa festiva con amigos y familia se volvió más importante para mí, porque iba comprendiendo lo que significaba amar y ser amada. Como adulta, tomar mis propias decisiones sobre qué tradiciones conservar es elegir lo que es sagrado para mí. Como cristiana, lo más sagrado de todo es mantener a Cristo en el centro. Que Dios enviara a ese pequeño bebé para nacer de una virgen y ser acostado en el pesebre fue el comienzo de miles de años de personas encontrando al Niño Cristo en sus corazones.

El hecho de que celebremos el cumpleaños de Jesús en esta época del año (sí, ya sé que no es realmente el día en que nació) es significativo porque el mundo entero se detiene y recuerda algo tan sagrado, tan sobrecogedor, tan lleno de gozo: una noche al año personas de todo el mundo se detienen a contemplar la llegada de un Rey.

Y tanto si eliges reconocerlo como tu Salvador como si no, la simple imaginación de aquella noche en que los ángeles se aparecieron a los pastores y los magos siguieron la estrella, y el llanto de un bebé atravesó la noche mientras una joven madre envolvía al Niño en pañales en un establo frío en un pequeñísimo pueblo, une a las personas para maravillarse ante el plan asombroso de un Dios asombroso. Incluso hoy la gente enciende las noticias para ver a Belén celebrar la Navidad en la plaza del pueblo por primera vez en más de dos años. El impacto de la llegada del Niño Cristo es innegable.

A medida que he envejecido, también elijo observar Yule honrando a la naturaleza, colgando muérdago, encendiendo velas o haciendo una hoguera en el Solsticio, e incorporando comidas especiales. Sabemos que tener un árbol de hoja perenne en el hogar es una tradición pagana: el perenne simboliza la vida, el renacimiento y la esperanza durante los días más oscuros y fríos; pero también representa cómo distintas culturas y tradiciones pueden evolucionar y convertirse en parte de nuestra celebración: los cristianos han adoptado ahora el "árbol de Navidad" como el centro del hogar.

Otro ejemplo de ello, para mí, es aprender y preparar algo de los países de donde provienen mis amigos o de su herencia: Brasil, el Caribe, China, Colombia, Alemania, Guyana, Jamaica, México, Nigeria, Rusia, Suecia, Ucrania.

También me encanta, me encanta, me encanta comprar o hacer regalos para mis amigos en Navidad. Literalmente es la única época del año en que pongo un pie en un centro comercial, y me encanta ver todas las luces y decoraciones y cosas materialistas y/o consumistas. Con alegría hago listas, y envuelvo regalos y envío tarjetas, y me deleito bebiendo chocolate caliente y ponche de huevo y horneando delicias navideñas y poniéndome un suéter feo y viendo todos los especiales festivos; y todo eso me devuelve a la sensación mágica de despertar en la mañana de Navidad y ver ese árbol pagano con los regalos materialistas a su alrededor, abrir mi calcetín, viajar para ver a la familia, construir un muñeco de nieve, cantar villancicos, leer la Santa Biblia y comer una gran comida especial, y quedarme dormida con pijamas nuevas sabiendo, simplemente sabiendo, que era amada, y que por un día al año todo estaba bien en el mundo y había paz y buena voluntad entre los hombres.

La Navidad es difícil para mí ahora (como lo es para muchos), porque la familia y los amigos han ido y venido, o en algunos casos nunca estuvieron. Este año asistiré a un servicio de Navidad Azul en una iglesia local.

Cuando no todo es alegría navideña, muérdago y ho-ho-ho para todos, muchas iglesias celebran un servicio especial conocido como Navidad Azul o Consuelo y Alegría. Es un momento en el que se invita a los feligreses a entrar en un espacio que ofrece silencio, calma y un respiro de todo aquello que nos dice que deberíamos estar en el centro del carrete perfecto de Instagram en esta época del año. Un lugar para tomar distancia de los villancicos, las compras, las festividades y las presiones sociales, donde encontramos espacio para Cristo y hacemos lugar a las emociones que son, por naturaleza, lo opuesto a lo que se espera que estemos sintiendo: pérdida, anhelo, duelo, tristeza, aflicción, incluso arrepentimiento, enojo, vergüenza… y otras cosas más desordenadas y complejas que a menudo solo se manifiestan como lágrimas. Puede haber música o no. Puede haber la oportunidad de encender una vela en memoria de un ser querido. Quien dirige el servicio puede incluir algunos versículos bíblicos para ofrecer consuelo. Agradezco la oportunidad de encontrar quietud en mi iglesia local este año.

La manera en que celebramos puede y de hecho evoluciona con el paso de los años, y eso también es importante. Sobre todo, espero que podamos abrazar la Luz cada año, ya sea que eso signifique el alargamiento de los días después del Solsticio o la llegada del Niño Cristo.

Feliz Navidad, bendito Yule y feliz Solsticio para todos.

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