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El "vértigo horizontal" de la Ciudad de México

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27 de juio 2025

por Philip Gambone

La Ciudad de México es una ciudad de yuxtaposiciones: "la vulcanizadora frente a la iglesia colonial, el rascacielos corporativo junto a la caseta metálica de un puesto de tacos", señala el escritor mexicano Juan Villoro. Para él, la capital es un laberinto, un lugar en constante cambio, una "una forma regulada del apocalipsis", una ciudad que ha "crecido para negar el agua y el aire". La ciudad más grande del hemisferio occidental, la Ciudad de México, ha captado la atención de muchos escritores, ninguno con mayor pasión y perspicacia que Villoro.

Nacido en 1956 en la Ciudad de México, este chilango apasionado e irreverente es "uno de los escritores mexicanos contemporáneos más visibles", afirma Margaret Sayers Peden en su libro Mexican Writers on Writing. Periodista, ensayista, traductor, cuentista, novelista, escritor de libros infantiles, guionista y autor de memorias de viajes, Villoro se ha destacado como un prolífico observador de la vida mexicana: perspicaz, ingenioso, iracundo y políticamente comprometido. Su novela de 2004, El testigo, ganó el Premio Herralde de Novela. En su discurso de aceptación, habló del "cambio político convulso" que se estaba produciendo en México, señalando que "en México hemos pasado de una dictadura perfecta a una caricatura perfecta".


Expansión de la Ciudad de México
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Esa broma captura a la perfección la profunda conciencia de Villoro sobre el Teatro del Absurdo que es México, "esa patria alucinada", como él la llama. "La inestable vida mexicana suele alternar el carnaval con el drama", dice,"y en ocasiones el festejo se mezcla con la catástrofe".

En 2018, la editorial mexicana Almadía publicó El Vértigo horizontal: Una ciudad llamada México, de Villoro, traducido tres años después por Alfred MacAdam como Horizontal Vertigo: A City Called Mexico (Panteón). El libro es la culminación de la larga trayectoria de Villoro como cronista de la Ciudad de México.

El Vértigo horizontal no es un libro escrito por un científico social. Más bien, como señala Néstor García Canclini en el prólogo, Villoro practica un "periodismo de inmerción", buscando "una interpretación coherente o al menos creíble" de esta ciudad que es tantas ciudades en una. Villoro es un escritor que adora la capital y se horroriza ante ella: "Lo que encontramos a nuestro alrededor es deficiente pero magnífico".

Villoro analiza con su mirada penetrante cada aspecto de la vida en Chilangópolis: la pobreza infantil, la prostitución, el crimen organizado, los terremotos, el tráfico, el metro, la recolección de basura, los parques temáticos, el alcantarillado, el suministro de agua, las epidemias, el patio trasero, los avistamientos de ovnis, el delicado equilibrio entre la legalidad y la ilegalidad, el racismo. Sobre el café de la Ciudad de México, dice que no es, como en otras partes del mundo, un lugar donde escapar de la nieve, sino "sitios donde se combate la prisa y se respire de otro modo".

Nada escapa a su atención: lo festivo, lo grandioso, lo surrealista, lo horrible. Sobre el tráfico insoportable, escribe: "Los capitalinos hemos transformado los coches en capillas para salvar nuestra alma. Sólo esto explica que aceptemos la ruta de expiación que significa conducir en la ciudad".

En un capítulo sobre la cocina mexicana —"Del Taco de Ojo a la Venganza de Moctezuma"—, escribe: "Vivimos tratando de llegar a algún lugar, lo cual ha modificado nuestros hábitos alimenticios, algo significativo en un país donde la comida tradicional compite con la eternidad. Si te invitan a comer está prohibido tener prisa: un almuerzo festivo de éxito debe durar al menos cinco horas".


Marco Antonio Cruz - Huelga de Hambre
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Según estadísticas de 2015, el 45 % de los mexicanos vive en la pobreza. "Los lujos mexicanos dependen de la pobreza", observa Villoro. Como ejemplo, cuenta la historia de Leonardo, un camarero de diecisiete años del barrio Roma, que estuvo a punto de ser despedido porque un cliente argentino pidió una Coca-Cola y un café, y Leonardo le trajo ambos a la vez. En su defensa, el desventurado chico alegó que el cliente no había dicho que quería primero la bebida fría y luego la caliente. Villoro concluye: "Un menor de edad sin dinero para el uniforme escolar debe satisfacer las demandas de lo frío y lo caliente en un restaurante".

Escoja al azar cualquier página del cautivador libro de Villoro y encontrará una pequeña joya de observación aguda, escritura aguda y, a menudo, ingenio sardónico. Aquí va una: "Los chilangos no estamos desinformados. Inventariamos calamidades como si un álgebra fabulosa anulara la suma de valores negativos. Somos expertos en los signos de deterioro, comparamos nuestras ronchas, hablamos de bebés con plomo en la sangre y embarazadas con placenta previa. No es la ignorancia lo que nos retiene aquí. La ciudad nos gusta, para qué más que la verdad. Como el don Juan de The Rake's Progress, la ópera de Stravinsky, nos hemos enamorado de la mujer barbuda del circo".

Villoro no celebra ni menosprecia la notoria sobrepoblación de la capital. Como él mismo lo expresa: "El capitalino … sabe que es su única condición. Si encuentra una taqueria con muchas mesas disponibles, sospecha que en ese sitio los tacos son de perro. Lo que no se abarrota es un fracaso".

Estos ensayos de amplio alcance se intercalan con bocetos de varios chilangos representativos. La palabra en sí deriva del maya xilan, que significa "descuidado", y originalmente se refería a criminales y delincuentes. Hoy, representa a cualquier habitante de la capital. Villoro nos regala instantáneas del vendedor ambulante de dulces, el gerente ("complica la vida sin ser responsible de nada"), el cantante de discoteca, el loco que se autoproclama Rey de Coyoacán, el llantero, el limpiador de alcantarillas, el estafador: "Pone en entredicho a quienes pretenden vivir en estado de pureza".

Villoro se formó originalmente como sociólogo, pero El Vértigo horizontal se lee como algo mucho más rico que un mero estudio antropológico basado en hechos. Es literatura: elegante, irónica, sarcástica, irreverente, alegre, llena de matices. Se mueve entre el humor negro apocalíptico y un himno extático a esta ciudad que es "una enciclopedia inagotable". La Ciudad de México puede ser un lugar imposible, un monstruo. Sin embargo, para Villoro, la ciudad —ese lugar "donde los problemas no se resuelvan: se administran", este lugar "donde la tierra se abre y la gente se junta"— sigue ofreciendo evidencia de la gloriosa capacidad humana de adaptarse a circunstancias escandalosas y, de algún modo, aprender a vivir juntos.

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Philip Gambone, un profesor de inglés jubilado de secundaria, también enseñó escritura creativa y expositiva en Harvard durante veintiocho años. Es el autor de seis libros, incluyendo Tan lejos como puedo decir: Encontrando a mi padre en la Segunda Guerra Mundial, que fue nombrado uno de los mejores libros de 2020 por el Boston Globe. Su nueva colección de cuentos, Zigzag está disponible en Amazon, Aurora Bookstore y en la librería Biblioteca.

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