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El sonido también sana
Una camilla armónica
Jueves, 3 de julio

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22 de junio de 2025

por Margarita Sepúlveda

Algunas personas meditan. Otras pintan, caminan o escriben para reencontrarse. Para mí, el camino de regreso al centro ha sido, y sigue siendo, el sonido, la vibración constante que me devuelve al presente.

No hablo de música en el sentido habitual. Hablo de vibración, frecuencias que sientes en la piel, en los huesos, en todo tu campo emocional.

Conocí a mi pareja Carlos en Pucón, una pequeña ciudad del sur de Chile rodeada de bosques nativos, volcanes, aguas termales y ríos caudalosos. Un lugar donde el agua suena diferente, la tierra huele a humedad y el cielo se pinta con formas inusuales.

Después de un paseo juntos por el río Minetué, Carlos me mostró su taller de luthier. Estaba lleno de maderas nobles, herramientas, cuerdas musicales, papel de lija y ese olor inconfundible a aserrín fresco. Allí construyó instrumentos medicinales: monocordios, camillas armónicas, tambores, flautas...

Tras explicarme que las 50 cuerdas de su camilla armónica estaban afinadas a 432 Hz, una frecuencia que, según estudios de neuroacústica y física cuántica, favorece la relajación profunda y la sincronización de las ondas cerebrales, me invitó a recostarme.

Había participado activamente en el mundo del yoga, la meditación y la búsqueda espiritual durante 15 años, pero sentía que faltaba algo. Sí, el sonido había empezado a tocarme, a despertarme, pero aún no entendía cómo integrarlo... hasta entonces.

Lo que sentí aquella primera vez en la camilla armónica, y todas las veces desde entonces, es indescriptible. Cerré los ojos y el tiempo se detuvo. Me sentí sostenida, abrazada por un campo vibratorio que no solo escuchaba, sino que se infundía en mí.

Todo mi cuerpo empezó a vibrar. Por primera vez en mucho tiempo, mi mente se rindió. Me entregué a algo más grande, como si todas mis células se alinearan en una sola canción. Lloré, no de tristeza, sino de alivio. Hubo un retorno y un reconocimiento.

Desde esa pequeña ciudad del sur de Chile, con algunas paradas en el camino, hace tres meses, Carlos y yo llegamos aquí, a San Miguel de Allende. Carlos había sido invitado a participar en un residencia en Taller 30, un espacio comunitario de creación colectiva donde se cruzan arte, ciencia y tecnología, en la calle Esperanza de la colonia San Antonio. Allí construimos nuestra primera camilla armónica mexicana y comenzamos a ofrecer sesiones individuales de Sonoterapia.

Allí construimos nuestra primera camilla armónica mexicana y comenzamos a ofrecer sesiones individuales de Sonoterapia.

Nos inspiramos en muchas fuentes: Pitágoras enseñó que el alma está afinada como un instrumento. Jacobo Grinberg habló del universo como una red vibratoria donde todo está interconectado. Fabien Maman demostró que las células humanas reaccionan al sonido, reorganizándose o incluso desintegrándose ante ciertas frecuencias. La musicoterapia contemporánea está validada por la ciencia y se utiliza en hospitales, terapias y centros de salud mental.

Sonosfera trabaja con una convicción simple: el sonido puede sanar, liberar emociones, aliviar el dolor, aquietar la mente, liberar tensiones, abrir recuerdos y reconectar el alma con su centro. Y lo mejor de todo, no necesitas "hacer" nada. Simplemente recuéstate, escucha y déjate vibrar.

Cada cuerda de la camilla armónica vibra en resonancia con el cuerpo, permitiéndote escuchar más allá de los oídos. A veces complementamos la sesión con cuencos musicales, flautas o instrumentos ancestrales. Pero la camilla es el corazón. Es un portal.

El sonido puede tocar lo invisible. El sonido es medicina.

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Monocordios: Sonidos del Universo, Vibraciones del Alma
Taller en español

Jueves, 3 de julio, 5:30pm
Sala Quetzal, Biblioteca
$330

Se elegirá a un asistente para participar en la demostración, que se recostará en la camilla.

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Sesiones en Taller 30

Durante junio y julio ofrecemos sesiones individuales con la camilla armónica en el Taller 30 de la calle La Esperanza.

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sonosfera.sonidos@gmail.com
+569 9414 1398, +52 566 370 3055
Instagram

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Margarita Sepúlveda es chilena, amante del sonido y del silencio, de los árboles, el agua, la tierra, el aire y el fuego. A ella encanta escuchar, observar y dejarme llevar por la intuición. Desde hace más de 15 años ha recorrido caminos de autoconocimiento y sanación que hoy confluyen en Sonosfera, un proyecto que comparte con su compañero, donde el arte, la vibración y la presencia se transforman en medicina.

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