En el delicado espacio entre la despedida y la reinvención, la música se convierte en un lenguaje que une las fuerzas. Para Rossana Conte, cantautora mexicana, el título de su próximo concierto, "Me Voy, Pero Me Quedo", representa no solo una interpretación musical, sino un profundo cambio de vida. Es un concierto profundamente arraigado en las incertidumbres del presente, creado en tiempos de aislamiento global, pero lleno de la promesa del mañana.
"Tengo un fuerte sentido de positivismo", comparte Rossana, con una voz tranquila y segura. "Realmente creo que la humanidad mejorará. Estamos atravesando tiempos difíciles, pero sé que las cosas eventualmente mejorarán". Estos son los temas que recorren las canciones que ha compuesto desde 2020, muchas de las cuales se interpretarán en su concierto. Y aunque no predica explícitamente en sus letras, una sensación de esperanza impregna cada nota.
Los eclécticos arreglos del concierto mostrarán el talento de los músicos que la han acompañado a lo largo de su carrera, incluyendo a Carlos Vargas al piano, Bill Kavanagh al bajo, Israel Domínguez a la batería y percusión, Katy Chan al violín y voz, Sach Rioja y Miguel Barquet en la guitarra, e invitados especiales: Alberto Robledo al saxo y Richard Adelman en las congas. La actuación promete una amplia gama de géneros, desde ritmos de inspiración cubana hasta blues, rock y baladas emotivas.
El propio proceso creativo de Rossana refleja la fluidez de sus composiciones, con canciones que a menudo surgen en ráfagas espontáneas.
"No sé de dónde me vienen las canciones. Solo sé que necesito mantener mi antena limpia", dice, refiriéndose a su método poco ortodoxo de crear música. Rossana crea sus canciones intuitivamente. Letras y melodías llegan simultáneamente, a menudo en la quietud de la noche o en momentos cotidianos, como conducir por carreteras sinuosas o mientras espera para reunirse con alguien. "No escribo nota. Capto la inspiración, grabo la música en mi celular y luego les doy esos acordes a mis músicos", explica.
Sus canciones hablan de honestidad emocional, capturando momentos fugaces de alegría, anhelo y reflexión. Ya sea tarareando distraídamente mientras camina o componiendo en el silencio de la noche, la música de Rossana refleja un ritmo omnipresente: un latido de creatividad que impulsa su vida.
Rossana también se ha sumergido en el arte, la escritura y el diseño, lo que le ha permitido expresarse y mostrar todo el espectro de su talento artístico.
"Mi vida ha transcurrido entre San Miguel, Torreón, donde nací, Toronto y Madrid", dice, repasando los muchos lugares que la han formado como artista y como persona. He vivido en tres países diferentes y en cada ocasión me he reinventado. Cada vez he descubierto cosas nuevas sobre la vida y sobre mí misma.
Para Rossana, su próxima mudanza a Toronto representa un nuevo capítulo: una oportunidad para sumergirse por completo en la comunidad artística local. La transición es agridulce, llena de emoción y nostalgia. "Parte de mi alma se quedará aquí en San Miguel", reflexiona, con una silenciosa reverencia por el lugar que ha sido su hogar durante años.
El título de su concierto, "Me Voy, Pero Me Quedo", parece encapsular la dualidad de su trayectoria. Es una despedida, pero también un sutil guiño a la parte de ella que permanecerá, ligada para siempre a las calles de San Miguel. "Es doloroso irme", admite, "pero estoy emocionada con este nuevo capítulo".
El concierto en sí no se trata solo de un espectáculo, sino de fomentar la conexión entre todos. Las letras que escribe Rossana a menudo buscan capturar verdades universales: la necesidad de reinventarse, de afrontar el paso del tiempo con gracia y determinación. "Quiero que mis canciones conecten con la gente", dice. "Quiero que reflejen las experiencias que todos compartimos. De eso se trata el arte: ofrecer a las personas un espacio para reflexionar sobre sus propias vidas".
Y su mensaje resuena profundamente. Reflexiona sobre lo fácil que es dejarse llevar por las dificultades de la vida cotidiana: de jóvenes, solíamos soñar en grande. Luego nos hicimos adultos y asumimos responsabilidades. Pero ahora que tenemos más de 50, 60 o 70 años, nos preguntamos: "¿Qué pasó con esos sueños? ¿Quién he sido?". Pero también nos recuerda rápidamente que el juego no termina hasta que termina. "Si la sangre corre por mis venas, sigo viva. Y aún puedo hacer lo que sueño". Para Rossana, nunca es tarde para perseguir tus pasiones, ya sea a través de la música, el arte o el amor.
Las canciones que se interpretarán en su concierto tratan sobre estos temas de transformación. Algunas son alegres, otras reflexivas, pero todas están entrelazadas con el mismo mensaje: reinventarse siempre es posible, sin importar la edad. "Me siento como si estuviera enamorada ", dice, con la voz llena de esperanza y alegría. "Es como si todos estos sueños se estuvieran haciendo realidad. Todo fluye con tanta facilidad. Estoy tomando la decisión correcta".
Para Rossana, la música es un reflejo de la vida misma: siempre cambiante, a veces caótica, pero siempre llena de belleza. Ya sea que esté tarareando una melodía camino al trabajo, componiendo una nueva canción en un viaje por carretera o preparándose para su último concierto en San Miguel, una cosa es segura: su música seguirá sirviendo como banda sonora personal y como historia universal para cualquiera que alguna vez se haya atrevido a soñar... a irse y a quedarse.
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Me voy... pero me quedo
Rossana Conte en concierto
Martes, 18 de marzo, 6pm
Teatro Ángela Peralta
$250, boletos
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