El Museo de Olga Costa y José Chávez Morado
*

por Alberto Lenz

El Museo de Olga Costa y José Chávez Morado se encuentra alojado en las ruinas de una antigua hacienda, junto al cauce de un viejo río, en el barrio de Pastita, en las afueras de la ciudad de Guanajuato. Al llegar a él, nos recibe un bello patio donde, entre muchas otras plantas y árboles, hay dos grandes macetas con sendos ejemplares de No me olvides, la planta que en simboliza el amor eterno. En estas macetas están depositadas las cenizas de Olga Costa y José Chávez Morado, dos grandes artistas que con su obra y su presencia marcaron el devenir del arte en Guanajuato.

Olga Costa era una artista espléndida, creadora de bellísimos cuadros al óleo en los que retrataba a la gente y los paisajes de México. Fina, sin estridencias, su pintura nos transmite paz y mucha alegría. Recoge, a la par de Rufino Tamayo y de Chucho Reyes, ese intenso colorido que ilumina los pueblos y los mercados de nuestro país.

Olga Costa

José Chávez Morado era, por el contrario, un artista de pelea. Activista político, miembro del célebre y revolucionario Taller de la Gráfica Popular, retrató también al pueblo y al paisaje de México, pero no en sus alegrías ni sus colores, sino en sus miserias y sus dolores. Es autor de al menos una docena de grandes obras maestras que lo ubican sin lugar a dudas en la lista de honor del arte mexicano del siglo XX.

Y mientras Olga era una mujer discreta, reservada, adorable, resguardada en su estudio tanto por decisión propia como por las enfermedades que le aquejaban, José era un hombre volcado al público, un comprometido militante de izquierda, plenamente activo en la política del país y del estado, un auténtico macho alfa del arte guanajuatense.

José Chávez Morado

Mi relación personal con José fue muy estrecha. Aunque yo era muy joven y para colmo creaba obras geométricas muy alejadas del realismo socialista que practicaba José, el maestro siempre reconoció y alabó mi trabajo. En un catálogo publicado en aquellos años por el Museo del Pueblo de Guanajuato sobre mi obra, llegó a afirmar, sin duda un poco exagerado, que mi obra geométrica había alcanzado ya alturas semejantes a las de Carlos Mérida.

Yo visitaba la casa de Olga y José con cierta frecuencia. A él lo encontraba siempre trabajando en su estudio, ubicado en una especie de torreón antiguo que dominaba la casa. En ese entonces el maestro estaba elaborando un gran mural que sería realizado en cerámica para después ser colocado en la entrada de un importante edificio de oficinas en Polanco, en la Ciudad de México. Se trata de una obra espectacular, que sin duda enriquece la arquitectura del edificio en la que fue instalado.

Olga Costa

A Olga era difícil verla. Casi siempre estaba recluida en sus habitaciones, cuidada por enfermeras que entraban y salían mientras José y yo charlábamos de arte y de política en el estudio. Se sentía un clima de tristeza en la casa, aunque no faltaban las visitas que frecuentemente acudían a saludar al par de artistas. Por ahí coincidí, en repetidas ocasiones, con Raquel Tibol, una de las más importantes críticas del arte mexicano, que cuando estábamos a solas, tomando un café o un buen tequila, me contaba sabrosos chismes de los muchos artistas que ella conocía.

A Raquel le encantaba narrar esos chismes. Se reía mucho de los comportamientos privados de varios de ellos, como Rufino Tamayo, Diego Rivera -de quien fue una asistente cercana- y el propio José. En verdad Raquel hubiera podido escribir un grueso y suculento libro con todas las historias íntimas de los grandes maestros que ella se sabía.

Octavio Paz
*

En una ocasión, estando también en la casa de Olga y José, conocí a Octavio Paz. El gran poeta había llegado a Guanajuato a filmar un programa de televisión sobre Hermenegildo Bustos, el cartero - pintor de Purísima del Rincón, gran retratista del siglo XIX, cuya maravillosa obra está resguardada en el Museo de la Alhóndiga de Granaditas.

Octavio Paz llegó con su segunda esposa, Marie Jo Tramin, escritora y periodista de origen francés, musa, ayudante, compañera cercana del poeta. Eran una gran pareja, en la que ella, inteligente y guapa, lucía con brillantez propia al lado de Paz. En algún texto, Elena Poniatowska escribió que la devoción y entrega de Marie Jo hacia Octavio eran absolutas: "vivía para él, por él, con él, a través de él".

Aquella tarde Olga hizo un gran esfuerzo y logró estar presente en la sala, atiborrada de cuadros y adornos, donde se realizó la reunión con Octavio y Marie Jo. Era imposible no recibir, aunque fuera por breve tiempo, a la célebre pareja de fama mundial. Yo estuve presente ahí por casualidad, como un joven artista emergente a quien le tocó la suerte de ser testigo.

José Chávez Morado

Como es de suponer, Octavio Paz, estrella universal, dominó la reunión. Su presencia era imponente, su sabiduría era auténtica y profunda. Su trato personal, sin embargo, me resultó un tanto distante y altivo, quizás porque yo estaba habituado a la sencillez y extrema amabilidad de Olga y José. Pero creo que no podía ser de otro modo. Octavio Paz era sin duda una gran figura y así se lo hacía sentir al mundo.

Yo noté a José un poco incómodo. Amable como siempre, sentí que al poco rato estaba deseando que la reunión terminara. Sin duda le preocupaba que Olga estuviera haciendo un gran esfuerzo por estar ahí. Pero quizás también sentía que nuestro mundillo guanajuatense, cálido y familiar, no tenía mucho que ver con los reflectores que rodeaban a Paz. Cuando el poeta y su esposa se fueron, José me murmuró al oído: "qué bueno que ya terminó la visita, me estaba hartando mucho de atender tanto hermoso plumaje".

**************

Alberto Lenz es un artista radicado en San Miguel de Allende que se dedica a la escultura, pintura y arquitectura. Recientemente, también se dedica al diseño de joyería y textiles, bajo su marca XIDO-Estudio.

Descubra Lokkal:
Ve el video de dos minutos abajo.
Debajo de esto, se encuentra el Muro Comunitario SMA.
Misión

Visit SMA's Social Network

Contact / Contactar